SIN SOBRESALTOS PARA LOS 2 ACUSADOS

El juicio de Jimena Salas en su primera semana dejó más dudas que certezas

Aunque hubo revelaciones que sorprendieron, pero que ya se conocían de manera solapada, el juicio por el crimen de Jimena Salas, ocurrido el 27 de enero de 2017, pasó sin sobresaltos para los dos acusados en su primera semana de audiencias.

Sergio Vargas
Sergio Vargas

Sergio Horacio Vargas, acusado de ser partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria, y Nicolás Cajal Gauffín, imputado por el delito de encubrimiento agravado, son juzgados desde el lunes pasado por la Sala VII del Tribunal de Juicio, presidida por el juez Francisco Mascarello e integrada por los jueces Federico Diez y Federico Armiñana Dohorman.

El debate arrancó con un pico de atención mediática que llegó de la mano de uno de los acusados, Cajal Gauffín, quien en su oportunidad de prestar declaración indagatoria no esquivó el bulto, se sentó frente a los jueces y dio su versión de lo ocurrido el día del asesinato de su esposa. Reconoció su infidelidad con Salas, la que posteriormente fue confirmada por su amante, quien declaró ante los jueces y brindó algunas precisiones de cómo era la relación extramatrimonial que mantuvieron a espaldas de Salas, lo que generó cierto morbo esperado en casos como estos.

Cajal Gauffín habló también del maletín donde supuestamente guardaba dinero o drogas, sin que sus explicaciones sufrieran algún revés, incluso cuando un perito de la fiscalía declaró e intentó insinuar que allí estaba el pago por el crimen de Salas, una conjetura que los fiscales blanden desde que imputaron formalmente al viudo.

Pese al esfuerzo del perito al declarar, como otros más del CIF que desfilaron ante el tribunal, todo quedó en simples suposiciones. Una de ellas es que Cajal Gauffín no se mostró dolido o sorprendido con el hallazgo del cuerpo de su mujer ultimada a cuchilladas, conjetura de los fiscales que rodó por tierra cuando algunos vecinos declararon y dijeron que escucharon y vieron al viudo adolecerse tras encontrar a su esposa muerta. Tampoco los cuestionamientos respecto a la decisión de cremar el cuerpo de Salas, un deseo manifiesto de la víctima, cobraron relevancia, pues esa medida se tomó tras la devolución del cuerpo por parte de la misma fiscalía tras la autopsia y la extracción de más de 40 muestras del cuerpo de Salas.

En cuanto al seguro que Cajal había contratado, en tanto, la fiscalía casi ni avanzó, posiblemente porque no esperaban que el viudo aceptara declarar y despejara esas dudas. Otro de los tramos que generó ciertas expectativas giró en torno a los detalles que los peritos forenses aportaron al momento de declarar sobre las lesiones que recibió Jimena y las causas de su penosa muerte. Descripciones que llevaron a imaginar que Jimena sucumbió a un fulminante ataque por parte de dos sujetos armados con cuchillos, agresión que dejó una escena calificada como un hecho de "horror".

Por último, el aporte de una psicóloga, quien describió la personalidad de Jimena Salas, también fue otro de los tramos de trascendencia en la primera semana de juicio, pues la profesional describió a la víctima como una joven madre alegre, dedicada a sus hijas y encerrada en una pasmosa soledad.

A Vargas todos lo vieron, por eso el imputado nunca lo negó

Privado de su libertad, Vargas decidió no prestar declaración indagatoria. Sus tres defensores, entre los cuales se destaca Marcelo Arancibia, con muchos años de experiencia en tribunales, prefirieron mantenerlo en silencio a la espera que la fiscalía dé a conocer todas sus cartas. Aunque su nombre fue repetido más veces que el de Cajal Gauffín en boca de los vecinos que ya prestaron declaración, lo cierto es que su situación tampoco se vio incomodada por parte de los tres fiscales que la Procuración General mandó al debate en busca de un triunfo, muy necesitado para las aspiraciones políticas de su titular.

Pero, ¿qué se dijo de Vargas? Que fue visto en la calle Las Virginias, donde residía la víctima, en el barrio San Nicolás, en Vaqueros. Incluso que estuvo parado en la casa de Jimena, algo que el mismo acusado nunca negó. Como cualquier vendedor ambulante, Vargas recorrió esa cuadra e insistió que algún vecino le comprara sus productos: sandalias y ropa para niños, lo que lo llevó a poner sus ojos en las casas donde había chicos, como en la de la víctima. Y al respecto, varias vecinas dijeron que Vargas era muy insistente en vender sus productos, como así también que indagó sobre las casas donde había niños.

Que haya leído la noticia del asesinato de Jimena Salas al día siguiente del crimen, situación que la fiscalía intenta utilizar como elemento de incriminación, evidencia la propia acción de cualquiera que se sorprende con un hecho ocurrido en el lugar en que estuvo presente o que conoce.

Vargas buscó saber qué había pasado, dónde fue que ocurrió el crimen y, en especial, quién fue la persona asesinada, algo que la fiscalía tilda de sospechoso. Tal razonamiento pondría a cualquier ciudadano como sospechoso de ser terrorista si solo se le ocurre ingresar a una noticia de esa índole, una conjetura propia de los guiones cinematográficos que incluyen a agencias como la CIA, FBI y demás.

 

 

 

 

 

 

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