Entre 500 y 600 personas, entre ellas tenistas, funcionarios del torneo aussie y empleados de apoyo fueron aislados y en las próximas horas deberán someterse a un nuevo test. Hasta no tener una prueba negativa serán considerados "contactos casuales".
Muchos jugadores se encuentran alojados en el Grand Hyatt y quedaron al margen de la hipotética competencia (para este jueves, por ejemplo, estaban programados los partidos del equipo argentino de la ATP Cup ante Japón y el match de Nadia Podoroska por los cuartos de final del Yarra River Open). Todo ello, además, sucede a pocos días del arranque del primer grande de la temporada, el 8 del actual. Tras hacer la cuarentena, la mayoría de los jugadores fueron liberados entre el 29 y el 30 de enero. Habían empezado a disfrutar de esa "libertad de otro mundo", como el argentino Diego Schwartzman, que hasta consideró: "Después de estos catorce días de estar en un mundo sin barbijos, sin coronavirus, es prácticamente irreal. Yo, estando ahora acá, me quedaría un par de meses viviendo en Australia si se pudiera".
Ahora, a partir de esta noticia conocida en las últimas horas, el desconcierto invade a los jugadores y a los integrantes de sus equipos. El australiano Nick Kyrgios, que nunca pasa inadvertido, escribió en Twitter: "¿Voy a jugar mañana?". La respuesta es no.
En tanto que, el estado de Victoria, cuya capital es Melbourne, volverá a aplicar restricciones severas. El primer ministro, Daniel Andrews, brindó una rueda de prensa en la noche australiana de este miércoles y comunicó que en el estado deberán volver a ser obligatorios los tapabocas en lugares cerrados, se reducirá de 30 a 15 las personas que se pueden recibir en los domicilios y las oficinas deberán recibir sólo el 50% del personal.