Esta celebración, coincide con la festividad mexicana del Día de los muertos.
El día de muertos surge como parte del sincretismo religioso, en la época colonial. Durante la etapa prehispánica, el culto a la muerte estuvo presente en distintas culturas a lo largo y ancho de México llegando a expandirse por el globo terrestre.
En Argentina la celebración del día de los muertos aún existen rasgos de esa cultura, hay familias que continúan con la tradición de generaciones pasadas.
En esta celebración incluyen visitar a los seres queridos que ya partieron en los cementerios y preparar altares en las casas con alimentos de los que más disfrutaba el ser querido, suelen prenderse velas de color blanco, fotografías y flores para recordarlos. Es solo durante estos días que las almas de los seres queridos pueden volver del más allá para estar cerca de los suyos.
Las ofrendas que se colocan es el pan que se moldea realizando muñequitos, escaleras que es la más importante porque simboliza por donde realizará el descenso y ascenso el alma que llega en este día a visitar a sus familiares.
Entre lo sagrado y profano
La tradición de honrar y mostrar respeto a los muertos se ha mantenido a lo largo de los siglos, pasando de generación en generación en las comunidades indígenas. Se trata, no obstante, de una celebración católica que llegó con la Colonia y se fue sincretizando con la cultura de los pueblos originarios.
En las puertas de los cementerios, se venden flores, coronas ornamentadas con colores, golosinas, bebidas y las ofrendas de pan casero con la masa del bollo.
En los pueblos como en Campo Quijano, Cafayate, La Viña, entre otros, para el Día de las Almas, permanecen abiertos casi todo el día. Las mesas se levantan al medio día, algunas familias oran el rosario y otras ponen musica porque reciben con alegría a esos seres queridos que partieron de este mundo y las puertas del cielo fueron abiertas para pasar un instante por el portal terrenal.
