OPINIÓN

El otro manto del Milagro

El "milagro" volvió a cubrir todo lo que se mueve y habita en Salta con su manto de rezos, cánticos y campanadas, hasta donde alcanzan los cables que tiran los parlantes.

Abruma la exaltación por el "sacrificio promesante" de los peregrinos que llegan a Salta. Foto: NDS. Diego Chalom.
Abruma la exaltación por el "sacrificio promesante" de los peregrinos que llegan a Salta. Foto: NDS. Diego Chalom.

Y, para ampliar la cobertura de este año, se agregó un tour urbano para las "imágenes peregrinas" como advertencia a los más despistados, y no dejar a nadie fuera de la devoción colectiva.

Mientras tanto, se paralizan las actividades oficiales y educativas, mientras los más afortunados y pudientes aprovechan las minivacaciones abandonando la ciudad y en todo caso, rezarán la novena desde algún páramo. Por las dudas el gobierno monta un operativo de seguridad con 1.000 policías como si se avecinaran bandas de motochorros y saqueadores.

Y, como todos los años, abruma la exaltación por el "sacrificio promesante" de los peregrinos que llegan a Salta desde los lugares más remotos para renovar el "pacto de fe".

La mirada conmiserativa hacia los caminantes se enfoca como si esas personas fueran refugiados que emigran de las guerras, cuando en realidad esa travesía es producto de su propia y absoluta voluntad.

Mientras se difunde que el índice de aumento de precios de agosto fue del 12,4% y la inflación acumulada en lo que va del año es del 80%, asombra la pasividad colectiva frente al incremento criminal de la pobreza y la indigencia. Sin embargo, en Salta, se espera que miles de creyentes salgan en procesión alentados por su fe, esperando que la realidad cambie solo por la misericordiosa voluntad del Señor.

El mundo asiste a una vertiginosa evolución tecnológica donde la inteligencia artificial y los avances científicos revolucionan ideas que hasta ayer se creían verdades absolutas. Frente a esa evidencia, en la provincia, el "milagro" se transforma en sustantivo y se vale por sí mismo para que se siga venerando un acontecimiento que, según la leyenda, ocurrió hace cuatro siglos, cuando los rezos a ambas deidades detuvieron los terremotos que ya habían consumado su daño devastador. Sea como fuere, estas creencias seguirán vigentes año tras año, salvo que aquellos movimientos telúricos se repitan y esta vez no funcione el poder de los santos patronos. Dios no quiera.

Opinión - Héctor Alí. Periodista.

 

 

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