El funcionario concretó dos audiencias, en las que se formalizó la investigación penal y se pasó del sistema de flagrancia a proceso común.
En la primera audiencia, presidida por el juez federal de Garantías Gustavo Montoya, Bruno presentó la acusación en contra de los imputados y solicitó que el caso se tramite bajo el proceso de flagrancia. Fue en torno de un hecho ocurrido el 17 de febrero pasado a las 19.30, en el puesto de control sobre río Caraparí, en Aguaray, donde gendarmes de esa sección detuvieron un automóvil Ford Fiesta, que era conducido por el joven, procedente de Bolivia y en dirección a Mendoza.
Al revisar el vehículo, uno de los uniformados advirtió alteraciones en el sector de la batería, que evidenciaba haber sido removida recientemente. En vista de ello se dio intervención a la fiscalía, se solicitó la presencia de testigos civiles y se dispuso una requisa más profunda.
El hallazgo se hizo con un perro
Para ello, primero se sometió el auto a una inspección por parte de un perro antinarcóticos. En este caso, fue “Athila” el que confirmó la sospecha de los gendarmes al marcar el sector de la batería como posible lugar con presencia de estupefacientes.
El vehículo fue sometido al sistema de scanner donde se observaron elementos sospechosos en la batería cuando se abrió se encontraron 10 paquetes con sustancia que resultó ser cocaína, con un peso de 3 kilos con 127 gramos.
En una audiencia posterior, el imputado reveló detalles del transporte de la droga, contando que el 9 de febrero pasado inició una relación sentimental con la docente, a quien luego invitó a viajar hasta la localidad boliviana de Yacuiba, de donde regresaban cuando fueron detenidos. Asimismo, reveló otros detalles que ahora son motivo de investigación.
Se resolvió la libertad provisoria de la docente bajo determinadas reglas de conducta, mientras que su novio permanece detenido.
