Previo a la ceremonia, el cardenal Semeraro realizó el momento que mayor emoción causó en los fieles cristianos presentes, la lectura de la bula por la cual el Papá Francisco concede la beatificación de Pedro Ortíz de Zárate, Juan Antonio Solinas y del grupo de misioneros que fueron asesinados en el Valle de Zenta (actual Departamento de Orán) en 1683, cuando se encontraban en una misión evangelizadora por parte de un grupo de más de 500 indigenas de las etnías Tobas y Mocovíes.
La misa de beatificación tuvo lugar en el Parque de la Familia, de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, y contó con la presencia del gobernador Gustavo Sáenz, Oscar Vicente Ojea (presidente de la Confederación Episcopal Argentina), y el obispo de la Diócesis de Orán, Luis Antonio Scozzina. Acompañarón también la ceremonia religiosa alrededor de 20 mil fieles cristianos, junto a legisladores y édiles de los departamentos cercanos.
Durante la celebración, el Obispo de Orán agradeció especialmente al gobernador “que se puso la camiseta de los Mártires” para hacer realidad esta causa y la beatificación en la tierra donde los beatos vieron, han crecido y dado testimonio de su fe y testimonio con la sangre.
El Nihil Obstat fue concedido el 8 de marzo de 2002 y el 1 de mayo de 2007 se decreta formalmente la apertura de la Causa.
El 13 de octubre de 2021, durante la audiencia concedida a su Eminencia Reverendísima el Sr. cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó a la Congregación a promulgar los Decretos relativos a el martirio de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, y Juan Antonio Solinas, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683 en el Valle del Zenta (Argentina).
- Autoridades durante la ceremonia de beatificación.
El martirio
Según los registros históricos, en octubre de 1683, los dos sacerdotes y algunos acompañantes entre los que se encontraban dos españoles, un mulato, un negro, una mujer indígena, dos niñas y dieciséis varones originarios, estaban en su capillita en medio de una pradera rodeada de bosques, en las cercanías del río Bermejo y del río Santa María, a esperas de una caravana que traía provisiones desde Salta.
En el momento se hicieron presentes un grupo de más de 500 indígenas armados y pertenecientes en su mayoría a los pueblos Toba y Mocovíe. Por días rodearon el templo, mientras los misioneros ofrecierón regalos, y promulgaron la palabra cristiana con sus asediarios en tono amistoso, pero sin posibilidad de abandonar el lugar.
Fue un cacique del pueblo Mataguayo quién advirtió a los cristianos que iban a ser asesinados. El 27 de octubre de 1683, los misioneros celebraron una misa y oraron, para luego volver a hablar de Dios con sus futuros victimarios. Esa misma tarde, los indígenas arremetierón con flechas, lanzas y garrotes contra los cristianos, matando y desnudando sus cuerpos.
Les clavaron una flecha a cada uno de los cuerpos y luego los decapitaron para llevarse sus cabezas. Cuando llegaron tropas españolas desde Salta, el sargento mayor Lorenzo Arias quería atacar y matar a los culpables, pero el padre Diego Ruiz impidió la venganza.
Solo de Zárate y de Solinas se conoce la identidad, mientras que de sus acompañante continúa siendo una incognita.
- Ceremonia de beatificación.
