Con respecto a este último agravante, planteado el miércoles por los fiscales a fin de intimidar a Vargas en su declaración, el tribunal sostuvo que tal pedido debe hacerse en los alegatos, como sucede en cualquier otro juicio.
Al momento de declarar, Vargas se mostró seguro y respondió a todas las preguntas que le hicieron. Su declaración no dejó fisuras y sus explicaciones a los cuestionamientos de la fiscalía fueron escuchados atentamente por los tres jueces del tribunal.
Una prueba de ello se reflejó en el escueto parte de prensa del Ministerio Público Fiscal, el que sólo reconoció que Vargas declaró y se limitó a anunciar que el fallo se conocerá el lunes, sin hacer mella de alguna equivocación por parte del acusado ni tampoco desmentir sus dichos.
“Todo esto es una confusión grande”, afirmó Vargas, quien también aseguró que no conocía a Jimena Salas y que nunca habló con ella ni con su marido, Nicolás Cajal Gauffín, también juzgado por el delito de encubrimiento agravado.
Respecto al día en que Salas fue asesinada a cuchilladas en su casa de Vaqueros, el 27 de enero de 2017, Vargas realizó un extenso relato de esa fecha. Dijo que se levantó temprano, como a las 7:30 y tomó el colectivo 2F para ir a ver a su madre, que vive en Mitre al 2300, pero no la encontró, así que desayunó solo y alrededor de las 9:30 tomó el 6C para ir a Vaqueros.
Indicó que llevaba en una mochila un par de alpargatas y dos pares de sandalias para vender, pues su objetivo era hacer eso durante la mañana y, por la tarde, quedarse en Vaqueros para ver a unos conocidos suyos que se dedican a la construcción, porque quería pedirles trabajo.
Aclaró que esa fue siempre su principal actividad, pero que comenzó a dedicarse a la venta ambulante cuando conoció a su segunda pareja, y que se volcó a vender con ella porque estaban atravesando una situación económica muy difícil. También explicó que no compraban mercadería en bolsones, sino solo productos sueltos que conseguían a buen precio para revender.
Al derrotero de ese día, describió el recorrido que hizo por las calles de Vaqueros, ofreciendo los calzados. Reconoció que entró al barrio San Nicolás como a las 11/11.30, oportunidad en que vio un auto en una esquina, pero no pudo aportar muchos detalles. “Si yo hubiera sabido que iba a pasar algo le prestaba más atención”, aseguró.
Señaló que conoce bien Vaqueros porque estudió ahí cuando tenía 16 o 17 años, y porque trabajó en varias obras de construcción en esa zona. Agregó que se detuvo en la esquina de la casa “de la chica” –en referencia a Jimena Salas- para decidir por dónde iba a seguir su recorrido.
Aseguró que nunca le preguntó a ninguno de los vecinos del barrio por “una señora que tenía dos nenas”, pero que sí consultaba por “familias con nenas”, y lo hacía como estrategia de venta.
Relató que, por indicación de una vecina que estaba intentando ayudarlo, trató de vender en la casa de la víctima.
Sostuvo que tocó las manos, pero nadie lo atendió, así que esperó un minuto y siguió ofreciendo los calzados por la vereda del frente.