Es así que, en estos territorios, la conmemoración del Día de la Salud Mental, lejos de ser celebrado, transcurre entre medidas judiciales (con un amparo que obligó a la atención de pacientes del interior en Capital), y reclamos de los propios trabajadores que meses atrás dieron a conocer las serias falencias y necesidades del único establecimiento público especializado en estas afecciones: el Hospital Miguel Ragone. A todo esto, se le suman los crecientes números de pacientes que requieren atención por las secuelas de la pandemia de Covid-19, depresión y adicciones, entre las principales demandas.
Un amparo y una carta dieron fuerza al reclamo
Cabe recordar que en julio de este año, la jueza de Familia Nº 2 de Orán, Ana María Carriquiry, hizo lugar a un amparo colectivo contra el Ministerio de Salud de la Provincia de Salta para que se condene al Estado Provincial a implementar un Plan en materia de Salud Mental a implementarse hasta el 2025, que contemple al menos un 10% del presupuesto destinado para esta cartera, además de una serie de mejoras en infraestructura en distintos establecimientos, la dotación de profesionales, tanto en Capital como en el interior, además del inicio del proceso de desmanicomialización de los pacientes del Ragone, todo ello bajo la supervisión de un órgano de revisión en Salud Mental.
Asimismo, aproximadamente en la misma fecha de esta presentación, trabajadores del citado nosocomio hacían pública una carta en donde exponían la crítica situación del establecimiento: falta de agua, paredes humedecidas, techos rotos, instalaciones eléctricas precarias e insumos insuficientes, además del abandono (en algunos casos total) de los pacientes. Como resultado de esta situación, finalmente el plan fue presentado por las autoridades, y al menos las obras de mejoras edilicias iniciarían en las próximas semanas.
En cuanto a los recursos humanos, si bien el plan de Salud 2022/20225 establece que los profesionales de Salud Mental deberán realizar sus residencias en hospitales de toda la provincia, todavía se encuentra plasmado sólo en tinta.
Y es que la citada Ley es determinante y establece un perfil humanitario e integral en el abordaje de los pacientes, y el desafío sigue siendo que la comunidad tenga en los lugares más cercanos a profesionales y a equipos preparados: así es que aún quedan pendientes que todos los centros de salud y hospitales generales brinden atención ambulatoria e internación en salud mental; que exista una red de dispositivos alternativos como las viviendas asistidas, servicios de atención domiciliaria y ambulatoria, de acompañamiento y apoyo, y dispositivos de inclusión social y laboral; como también efectivos planes de adecuación de los hospitales psiquiátricos, en la larga serie de tareas que el Estado debe comenzar a cumplimentar para al menos intentar acercar un paso más la expectativa a la realidad.
Lo que el Covid nos dejó
En el medio, la pandemia. Y un crecimiento exponencial de casos de salud mental. Un estudio del CONICET reveló que el 47% de las personas consultadas tuvo algún "trastorno de ansiedad", seguido por "depresión" (36%) y afecciones de tipo "psiquiátrico" (14%). A estos números se suman otros más, que se vinculan con el crecimiento considerado alarmante de la declaración de estrés que hacen sus habitantes: mientras que el 31% de los argentinos reconocía en 2020 que padecía esa afección, muy marcada entonces por la pandemia del coronavirus, la cifra ascendió al 42% a finales de 2021 (los últimos datos disponibles).
Que casi de la mitad de la población se sienta estresada deja al país por arriba de la media global (33%) y con una de las tasas más altas de la región, de acuerdo con los datos emergentes de la Encuesta Mundial de WIN y Voices realizada en 39 países a fines del año pasado, en la que la Argentina quedó en el quinto puesto del ranking, sin dudas otro dato de relevancia que debe ser abordado seriamente y más allá del conmemoratorio.
