Romina Mendoza de 25 años, de villa Primavera, denunció el 12 de diciembre en la Unidad de Graves Atentados contra el nosocomio por homicidio culposo, en relación a la muerte de su bebé recién nacido.
La joven confió a Nuevo Diario que era primeriza y por tener un solo ovario, le recomendaron que tuviera parto por cesárea.
Aseguró que tuvo un embarazo normal de 41 semanas y que los controles prenatales los realizó en el centro de salud de su barrio y las ecografías las pagaba en forma particular.
Con todos sus papeles y antecedentes Romina, acompañada por su pareja Federico Pérez, se presentó el 30 de octubre en la guardia del HPMI, pidiendo que le ayuden a nacer a su hijo. Luego de 12 horas de trabajo de parto, su hijo Francisco nació muerto.
"Ellos decidieron que el bebé tenía que nacer por parto normal. Me interné a las 6 de la tarde, me explicaron que me inducían el parto cada seis horas y si no inducía en 24 horas pasaba a cesárea", contó Romina.
Cerca de las 23, la joven rompió bolsa, pero solo tenía uno de dilatación, po lo que tuvo que seguir esperando sin su pareja en una sala con otras parturientas.
“Yo gritaba de dolor y no me escuchaban me sentí tan desprotegida, ya que no dejaban ingresar a mi pareja. Cada dos horas solo controlaban el corazón. A las 2.30 me piden que me bañe, por el dolor perdí la noción del tiempo y salí cerca de las 4 y la enfermera dormía”, relató.
Contó también que cerca de las 5 una enfermera entró a la habitación, aunque no era el horario, y luego de revisarla rápidamente llamó a otros profesionales. Tras varias consultas deciden practicar la cesárea casi sin tiempo para la anestesia, pero nada pudieron hacer para salvar al bebé.
El 30 de diciembre la joven volvió a ingresar al hospital con fiebre a causa de una infección por restos de placenta.