Está previsto que a las 18 se lleve a cabo una inspección en el paraje Pacará, frente a los campos del Ejército, donde en junio de 1975 fueron encontrados los restos del docente e investigador Miguel Ángel Arra. Luego se pasará a un cuarto intermedio hasta febrero del año que viene.
Dado que el lunes último no hubo audiencia, el Tribunal, presidido para este caso por el juez Federico Díaz, dispuso realizar hoy un trámite en esta causa para evitar que cayera por el largo tiempo de inacción debido a la feria judicial de enero.
Para la inspección de hoy fueron convocados testigos que estuvieron en el lugar en el que al parecer Arra fue asesinado a tiros y luego sometido a una explosión que destruyó su cuerpo pero dejó la cabeza, lo que permitió el reconocimiento, vía fotografías que aparecieron en 2009.
Uno de esos testigos, es Mario Enrique Rojas, quien estaba en un cámping de Bienestar Social en Pacará la noche que en que los asesinos, que andaban en dos automóviles, llevaron a Arra hasta las cercanías de un arroyo.
Según contó Rojas, dado que por entonces era un lugar solitario, junto a dos compañeros de trabajo (ya fallecidos), escuchó los motores de los dos autos en que llegaron los asesinos con la víctima, provenientes cada auto de un punto distinto.
Escucharon también nítidamente las ráfagas de ametralladora, los motores de los vehículos que se alejaron como llegaron, cada uno en sentido distinto, y "como a los dos minutos", una explosión. Al otro día fueron a ver y se encontraron con cuadro que no puede olvidar: restos de lo que él creyó eran dos cuerpos esparcidos en las cercanías del arroyo, donde se había formado un cráter.
Los trabajadores montaron guardia en el lugar y Rojas fue a avisar a la Policía.