Rojas en 2006 acompañaba a Liliana Ledesma en las denuncias por el cierre de caminos vecinales en la zona rural de Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia,
Esta causa está radicada en el Juzgado a cargo del juez Nelso Aramayo, en Tartagal, y están acusados, como autores intelectuales del homicidio, los hermanos Delfín Reynaldo y Raúl Amadeo “Ula” Castedo.
Según se supo, Rojas confirmó que si se mantenían los caminos vecinales cerrados y se lograba que su padre abandonara su finca (El Aybal, lindante con El Pajeal), “no iba a quedar nadie, sólo ellos”, los hermanos Castedo y el entonces diputado provincial José Ernesto Aparicio, por lo que “sí” quedaría una zona liberada, como denunciaba en 2006 Liliana Ledesma.
El testigo también recordó que Aparicio (ya fallecido, quien también fue denunciado como autor ideológico del asesinato de Liliana Ledesma) y los Castedo querían adueñarse del Lote Fiscal 59, ubicado detrás de El Pajeal, donde reside desde hace años Pilar Rojas.
Ese catastro estaba a nombre de Delfín Castedo y fue enajenado tras el crimen de Liliana Ledesma. En 2006 año del cierre de tres portones en el camino vecinal que pasa por la finca El Pajeal, de propiedad de Aparicio pero que era administrada por los Castedo, a 5 kilómetros del límite con Bolivia, generó una reunión de productores rurales perjudicados por este impedimento de paso.
Como las familias Ledesma y Rojas estaban más afectados, Liliana y Sergio fueron comisionados como representantes de los campesinos para venir a Salta, a denunciar esta situación en la Legislatura provincial.
Rojas sostuvo que tras el cierre del camino que pasa por El Pajeal, “por órdenes de los Castedo”, había también “órdenes de no dejar pasar ni a los Ledesma ni a los Rojas” y que por ello los Ledesma tenían que entrar por Bolivia a sus puestos, y su familia pedía permiso por Campo Durán, por la finca de Chichi Vacaflor.
Si bien Rojas aseguró que durante este reclamo, que duró unos meses, “nunca recibió amenazas”, sí recordó que Liliana afirmaba en los medios de comunicación que “si a ella le pasaba algo, o a nosotros, los culpaba a los Castedos y Aparicio”, y que luego de la muerte de la joven “tenía temor”.
“Liliana no tenía miedo de nada, era una mujer valiente”, sostuvo sobre su compañera circunstancial de lucha. Y añadió que el Gobierno de Salta, entonces a cargo del actual senador nacional Juan Carlos Romero, recién prestó atención a sus reclamos cuando pudieron llegar a Buenos Aires.