Los presidentes de los estados parte del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), le reclamaron al gobierno de Venezuela, encabezado por Nicolás Maduro, entablar un diálogo con el bloque y consensuaron un documento "instando al restablecimiento del orden institucional, la vigencia del Estado de derecho y la separación de poderes, en el marco del pleno respeto de las garantías constitucionales y los derechos humanos".
El documento, por expreso pedido del presidente uruguayo Tabaré Vázquez, buscó no parecer una injerencia en el gobierno venezolano y no fue firmado por el mandatario boliviano Evo Morales, quien en su discurso en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados había pedido "defender al gobierno de Nicolás Maduro", ya que "fue electo por el voto popular".
Sin embargo, el gobierno de Mauricio Macri lo consideró un triunfo, porque, finalmente, se reconoció que en Venezuela "el orden institucional fue violentado", según analizó una alta fuente del Gobierno.
El Gobierno buscaba una condena explícita contra Maduro antes de las elecciones constituyentes convocadas para el 30. Pero Uruguay presionó hasta lograr un documento genérico y Bolivia directamente no firmó el texto final.
Analistas considerarona que Macri tuvo un fracaso diplomático porque como anfitrión de la cumbre de presidentes del Mercosur no consiguió que el bloque aumentara de manera irreversible el castigo contra Venezuela. Macri y su canciller Jorge Faurie no lograron su objetivo de la virtual expulsión de Venezuela.
En la cumbre de los presidentes Evo señaló tres cosas:
- “Ni como países de Mercosur ni como organismos de América podemos ser cómplices de una intervención norteamericana en Venezuela”.
- “Las intervenciones en Libia, Irak y otros países son para apropiarse de recursos naturales. Detrás de la intervención en Venezuela está el petróleo”.
- “Nuestro Mercosur no puede repetir la amarga historia de la OEA: por razones políticas o ideológicas expulsar o excluir a países”.