Iban 17 minutos y una jugada pudo haber cambiado para siempre el partido que estaba jugando el Pirata y el Santo.
Es que el delantero visitante Palacios Alvarenga quedó en clara posición para convertir, dentro del área, y la pelota superó a Rigamonti y viajaba hacia la red.
Allí apareció Sebastián Olivarez para arrojarse y salvar su arco, despejando la pelota sobre la raya.
Las acciones de riesgo iban y venían. El zurdazo de Brunetta le quemó las manos a Ardente, al que se lo perdió Matías Suárez junto a la base del palo izquiero y con mano cambiada Ardente cortó el envío cerrado de Brunetta, que se colaba al palo derecho.
En el complemento, San Martín ganó la pulseada en el medio. Rigamonti rechazó con lo justo el zurdazo cruzado de Cristaldo, minutos después el volante se lo perdió con un remate que se fue cerquita del palo. Finalmente, el empate sin goles tuvo sabor a poco.