El cura, un hombre adulto mayor, trabaja en el barrio Solís Pizarro ubicado en la zona suroeste de la ciudad, desde hace 6 años. Durante la cobertura cotidiana de los últimos días, Nuevo Diario se encontró con la historia de fe y solidaridad de un padre que ya es popular entre los vecinos de la zona y es ejemplo de entrega y bondad para el resto de la Iglesia Católica.
Dos días a la semana, los miércoles y viernes, los vecinos reciben al mediodía al padre Horacio, quien con dos grandes ollas cargadas en un antiguo camioncito, lleva comida caliente para un sector barrial carenciado, ubicado a la orilla del río Arenales del barrio Solis Pizarro.
"Vengo con un grupo de voluntarios de la capilla trayendo comida en este camioncito, que no es mío sino de un voluntario que nos ayuda a traer las ollas hasta acá", cuenta el cura a Nuevo Diario.
Asegura que desde el año pasado que comenzó con esta tarea tuvo que aumentar las raciones por tanta necesidad existente. "Habíamos comenzado hace un año con 60 raciones y ahora estamos en 170. Nosotros estamos a punto de cumplir un año con esta tarea. Empezamos justamente el 13 de mayo del año pasado día de la Virgen de Fátima".
"Todo comenzó cuando justamente en mayo del año pasado yo hacía una caminata por la zona y vi la triste realidad en una zona del barrio que está al borde del río Arenales que tiene casitas humildes que casi no se ven fácilmente", describe.
"Con este gran aumento de la gente necesitada de comer, últimamente estamos recibiendo carne y algo de verdura que nos llega de la Municipalidad, pero nada del Gobierno la Provincia. Hay gente del Poder Judicial que me colabora, donde yo trabajaba y ahora estoy jubilado; también de personas que trabajan en la Policía. Algo de fondo sale de la colecta de las misas por la gente que nos colabora. Y así, pero yo digo que la mayor parte es la providencia de Dios".
La devoción del padre Horacio es tanta que confiesa que a casi un año de realizar este esfuerzo "por la providencia jamás nos faltó nada, al contrario, cuando no podemos venir y hay algo de mercadería les convido a la gente para que ellos tengan para cocinar", explica.
El padre es popular y respetado por los vecinos por la obra que lleva adelante cada semana. Aclara que reparte los alimentos sin condiciones. Que no le preguntan qué credo tienen.
"Nosotros le brindamos la comida por la dignidad de persona, por ser un hijo de Dios a todos los que se acercan con sus tuppers". No obstante, cree que antes de repartir la comida hay que rezar en agradecimiento a Dios. "Por su presencia y por eso nunca, por la providencia de Dios, nos ha faltado nada", agrega.
"En esta Vicaría tenemos como vicepatrono a San Martín de Porres que es el negrito de la escoba. Él vivió en el Perú, y en su época también sufrió tiempo de pandemia. Este santo se despojó tanto, que entregó su vida a los pobres. No ha tenido nada de miedo a la pandemia, al contrario salió, sirvió, se contagió y murió por la pandemia. Una vida digna de imitar", afirma.
El padre Rivadeneira hace un llamado a ser solidario y colaborar por la situación social de pobreza crítica que se está viviendo por esta pandemia.
"Sé que hay muchos comedores en la ciudad de Salta y todos los que puedan ayudar, bendito sea el Señor. Yo creo que hay mucha gente que todavía está en la abundancia, otros que se aprovechan de la crítica situación económica e incluso hasta usan esta situación sanitaria, pero no dejan aflojar su corazón para compartir, para ayudar al prójimo", aseveró.
Finalmente instó a que si alguien quiere ser solidario y colaborar con esta obra, solo tiene que llamar al telefono 3874-514542 para coordinar. Y quienes puedan acercarse el lugar donde cocinan es en la Vicaría "María Madre de los pobres", ubicada en la calle Las Guineas 1740, frente a la plaza y el tanque de agua del barrio Solis Pizarro.