ESTUVO VARIAS VECES EN REHABILITACIÓN

Según un testigo, el presunto homicida de Gine se inició en las drogas a los 13 años

En la segunda semana de audiencia del juicio que se sigue adelante por el crimen de María Leonor Giné, ayer, un amigo personal, un sacerdote y dos psiquiatras dieron detalles al tribunal sobre el historial de Agustín Morales, nieto de la víctima y principal acusado del caso.

Uno de los testigos que declaró ayer en la audiencia.
Uno de los testigos que declaró ayer en la audiencia.

Además, prestó declaración un exadministrador del edificio de Belgrano al 900, donde el 28 de marzo de 2020 fue asesinada María Leonor Giné. Por ello, los jueces de la Sala III del Tribunal de juicio llevan adelante el debate contra Agustín Morales, Federico Leonardo Detzel y Tania Rocío Aguirre.

Los tres, en distintos grados de participación, están imputados por el delito de homicidio agravado por ensañamiento, alevosía, criminis causa en concurso real con violación de las medidas dispuestas por la autoridad competente para impedir la propagación de una pandemia.

En la jornada, el primero en prestar declaración fue un amigo de Morales, quien definió al acusado como "su mejor amigo". Relató que una mañana, aproximadamente a las 8, el acusado llamó a la puerta de su casa, él dormía y lo atendió su mamá.

"Está Agustín afuera. No salgás porque lo veo raro", le dijo la misma. Fue entonces que lo atendió por la ventana. El acusado le pidió que saliera a fumar con él, propuesta que rechazó. Lo vio "pasado de vueltas", es decir, amanecido y con señales de haber estado "escabiando" o drogándose.

Le reclamó por presentarse así en su casa, delante de su mamá. Comentó que Agustín le pidió 500 pesos, pero él le dijo que no le iba a dar, que solo le iba a prestar para que se tome un remis hasta la casa de su abuela. Dijo que no le quiso recibir el dinero para el remis y supuso que era porque estaba en la camioneta de su abuela.

El testigo dijo que sabía de las adicciones de su amigo,  que su problema principal era la cocaína y que fumaba marihuana de vez en cuando. Afirmó que nunca lo vio violento ni cegado. Además, contó que lo vio cambiar celulares y camperas para conseguir plata para drogarse, pero no era de robar.

Sobre la relación de Morales con su abuela, aseguró que era muy buena, que se amaban y que era recíproco. Lo describió como un chico amable, compañero y capaz de reconocer sus errores cuando se equivocaba.

Acto seguido,  declararon  dos médicos psiquiatras. El primero de ellos, un profesional del Hospital del Milagro, sostuvo que en una oportunidad Morales estuvo internado por orden judicial en la Unidad de Desintoxicación del nosocomio.

En ese momento presentaba un policonsumo (pasta base, alcohol). Afirmó que no tenía conciencia de su enfermedad, no le interesaba hacer el tratamiento y se fugó del hospital, por lo que se elevó un informe a la justicia.

Consultado sobre la posibilidad de amnesia en un adicto, el testigo refirió que se puede producir por consumo combinado de benzodiacepinas (psicofármacos) y alcohol. Esto produce un efecto desinhibitorio.

El profesional señaló que la abstinencia produce ansiedad de consumo y malestares físicos. Refirió que alguien con rasgos psicopáticos (con conceptos morales deficientes) puede llegar a tener reacciones violentas.  Asimismo, dijo que cuando atendió a Morales tenía una historia de consumo iniciada a los 13 años de edad. En este dato coincidió el psiquiatra del Poder Judicial, que le realizó una pericia al imputado el pasado 10 de junio.

Numerosas entradas y salidas de un centro de rehabilitación

Un exadministrador del consorcio del edificio donde residía Giné,  sostuvo que conoció a Morales, ya que antes había residido durante una temporada con su abuela. Refirió que esto fue hace tres o cuatro años y que recibió quejas de los vecinos por el comportamiento del joven.

Dijo que en el edificio vivían mayormente personas de avanzada edad, quienes le elevaron reclamos porque el acusado entraba y salía a altas horas de la noche,  y además,  dejaba en la escalera residuos de marihuana y preservativos usados. Contó que en una ocasión le avisaron que Morales se encontraba en el palier, en ropa interior. Cuando fue a verificar lo encontró como adormecido. Llamó a la puerta del departamento de su abuela y entre ambos lo hicieron entrar. La mujer le pidió que no les contara a los vecinos, porque sentía vergüenza.

Por otra parte, un sacerdote, quien colabora con el centro de recuperación de adictos Fundación Fazenda, una institución privada de la Iglesia Católica, también se refirió a Morales y a Detzel. El religioso dijo que conocía a ambos porque habían residido en la institución.

Sobre Morales, recordó que ingresó por primera vez a la fundación a los 16 años para intentar recuperarse de sus adicciones. Estuvo allí entre abril y agosto de 2016. Por decisión propia salió, pero volvió más tarde en noviembre y se quedó un año, hasta noviembre de 2017. Luego de eso, lo volvió a ver en febrero de 2020, cuando hizo un nuevo intento de ingreso, pero se fue por propia voluntad después de tres días.

Indicó que, en sus primeros ingresos, Morales se integró muy bien a las actividades propuestas y a la convivencia. Sin embargo, cuando volvió en febrero de 2020 lo vio mal. 

 

 

 

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