Al disponer la medida, el juez federal Daniel Rafecas consideró probado que Milani, que fue jefe durante la gestión de Cristina Fernández, no logró justificar “al menos en parte”, el origen del dinero con el que compró una casa en el barrio de La Horqueta, en el partido bonaerense de San Isidro, por 1,5 millones de pesos.
En un fallo de 500 carillas, el magistrado también procesó como partícipe necesario de la maniobra, al capitán retirado Eduardo Enrique Barreiro, a quien le trabó un embargo por 2 millones de pesos.
Es un amigo de Milani, que cumple prisión domiciliaria en una causa por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar, y que se encuentra a la espera del inicio de un juicio oral en la Justicia Federal de La Plata.
Al ser indagado, Milani había asegurado que Barreiro le prestó 200.000 dólares (unos 800 mil pesos) para comprar la casa, ubicada en una de las urbanizaciones más exclusivas de la zona norte de la Capital Federal.
De acuerdo con la declaración de Milani, su amigo le habría entregado ese dinero "en un bolso chiquito" durante un brindis que se llevó a cabo en el Edificio Libertador en diciembre del 2009 y al menos otras seis personas habrían presenciado esa entrega.
Según la resolución de Rafecas, para justificar el origen de parte del monto, Milani habría fraguado un "contrato de mutuo", que fue presentado ante la Oficina Anticorrupción. El juez se basó en informes de los peritos contadores de la Corte Suprema, quienes descartaron ese documento como evidencia.
Por otra parte, la investigación judicial demostró que el supuesto prestamista, Barreiro, carecía de la solvencia económica mínima como para poder prestar una suma semejante, dado que sus ingresos eran la jubilación militar y como empleado bancario, y que según sus declaraciones juradas, tanto anteriores como posteriores, "no tenía un solo dólar ahorrado en los años anteriores, por lo que mal podía estar en condiciones de prestar 200.000 dólares de ellos a un tercero". Por añadidura, ni Milani ni Barreiro reflejaron en sus declaraciones juradas impositivas la existencia del mutuo en cuestión.
Para hacer cerrar la maniobra, destaca el juez, Milani apareció vendiéndole a Barreiro un departamento de su propiedad en la calle Moldes 2376 de Capital, "como excusa de la cancelación al supuesto "préstamo" cedido por el nombrado, culminando finalmente, para hacer conciliar la construcción de las maniobras de ocultamiento acerca del real origen de los fondos utilizados por el nombrado, hasta hoy desconocidos".
Para Rafecas, entre los elementos que permiten afirmar el carácter de fraguada de esta operación figura que el vendedor continuó pagando las expensas de ese departamento durante los tres meses siguientes.