CAIDA DE HASTA EL 1% EN EL PBI MUNDIAL

La guerra entre Rusia y Ucrania tendrá un grave impacto en la economía global

El conflicto bélico podría causar una pérdida de 0,5% en 2022 y 1% en 2023 en el PBI global, y agregar 3% al promedio inflacionario de este año, dado el vínculo comercial con Rusia que tienen muchos países, entre ellos China, Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia.

La guerra hará que bancos centrales del mundo escojan entre acelerar o retrasar los aumentos en sus tasas de interés para poder combatir la inflación.
La guerra hará que bancos centrales del mundo escojan entre acelerar o retrasar los aumentos en sus tasas de interés para poder combatir la inflación.

La invasión rusa en Ucrania podría causar una pérdida en la economía mundial de US$ 1 billón en su producto bruto y agregar 3% al promedio inflacionario de este año, según una publicación del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (Niesr) de Inglaterra.

De acuerdo con las estimaciones de la institución, se prevé que el conflicto en Ucrania podrá causar una pérdida de 0,5% en 2022 y 1% en 2023 en el Producto Bruto Interno (PBI) global. 

El impacto en el PBI sería aún mayor en el caso de Estados Unidos y la Eurozona, donde la crisis podría causar una pérdida de 1,5% del PBI en 2022.

"La guerra en Ucrania representa un desafío para la economía global con sólo un pocos ganadores –los exportadores de energía- y muchos perdedores", subraya el informe.

Los países desarrollados, y en especial Europa, resultarían especialmente afectados debido a su dependencia y sus vínculos de intercambio con la energía y los alimentos rusos, mientras que las economías emergentes recibirían un menor impacto.

Es tal el vínculo con Rusia que en países como China, Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia las importaciones de dicho país representan entre 1% y 3,7% de sus economías.

En el caso de Rusia, la guerra y las consecuentes sanciones económicas generarían una pérdida en el PBI de 1,5% en 2022 y de 2,6% para 2023, pese a las mayores ganancias que recibiría de sus exportaciones de gas y petróleo, con un índice inflacionario que se estima que siga escalando y supere el 20% anual durante este año y un rublo que se devaluaría en un 70%.

Si se prohibieran las importaciones de gas y petróleo rusos, las consecuencias económicas para Moscú serían aún más severas, aunque Occidente también tendría que cargar con un incremento en el costo de la energía y mayores posibilidades de recesión.

En el caso europeo, la dependencia del gas ruso ronda entre el 0% en España y el 40% en Alemania e Italia, y si bien el continente podría invertir en infraestructura portuaria para importar gas liquido y en energías verdes, el proceso demandará tiempo.

En ese sentido, se espera que la guerra traiga como efecto una menor confianza en los mercados financieros y un agravamiento de las presiones inflacionarias en todo el mundo, al ser Rusia y Ucrania importantes proveedores de commodities, incluyendo titanio, paladio (cuya producción mundial es liderada por Rusia), fertilizantes, maíz y trigo.
 

Es tal el vínculo con Rusia que en países como China, Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia las importaciones de dicho país representan entre 1% y 3,7% de sus economías.


Los problemas en las cadenas de suministro de los metales podrían afectar especialmente a la industria automotriz, aeronáutica y de celulares.

En el caso del trigo, más de un cuarto (25,4%) de las exportaciones mundiales provienen de ambos protagonistas de la guerra, de acuerdo con el Departamento de Agricultura estadounidense, mientras que Rusia es el principal exportador de gas natural y provee casi el 10% del petróleo del mundo.

Asimismo, casi el 80% de las exportaciones de aceite de girasol, y un quinto de las de maíz provienen de Ucrania y Rusia.

El informe estima que, con el conflicto, la inflación en Estados Unidos pasaría del 4,6% en 2022 y 2,5% en 2023 a 7,1% y 3,5%, respectivamente; mientras que en la Eurozona ahora se prevé que sea del 5,5% y 2,1%, en lugar de 3,1% y 1,3%.

Por su parte, el informe subrayó el dilema que generará la guerra en los bancos centrales del mundo, ya que deberán escoger entre acelerar o retrasar los aumentos en sus tasas de interés para poder combatir la creciente inflación, y, al mismo tiempo, enfrentar una desaceleración en la actividad.

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