La realidad indica que Argentina encabeza el consumo en Latinoamérica y resulta tercera en el mundo
La cultura occidental ha legitimado, históricamente, el consumo de este tipo de bebidas, incorporándolas incluso como parte de los hábitos alimentarios en muchos hogares, donde es habitual beberlas durante las comidas.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el grado de propagación de la ingesta de alcohol en el continente americano es aproximadamente un 40% mayor que el promedio en el mundo.
Según el Observatorio Argentino de Drogas, en el país 8 de cada 10 personas han consumido bebidas alcohólicas en el último año. Esto no significa que estas personas incurran en consumos problemáticos o excesos que acarrean consecuencias graves, pero refleja la naturalización del consumo.
Por otra parte, la situación de pandemia por COVID-19 parece haber incrementado la tendencia en la población adulta hacia un mayor consumo de alcohol en el ámbito doméstico.
El Ministerio de Salud Pública recomienda no permitir que los menores de 18 años consuman bebidas con alcohol, dado que no están preparados, ni física ni psicológicamente, para tolerar sus efectos.
En ese sentido, solicita a las personas adultas aconsejar a los menores para que no las consuman, puesto que está comprobado que en ellos todo consumo es de riesgo.
Argentina lidera el ranking de la región: se beben casi diez litros por persona por año. El 21% dijo que pasó a tomar todos los días durante la cuarentena. Y la edad de iniciación bajó a 13 años.
Las estadísticas oficiales como la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo ya venían registrando un aumento sostenido del consumo episódico excesivo de alcohol (definido como la ingesta de cinco tragos o más, juntos, en los últimos treinta días): pasó de 8,9% en 2009 a 13,3% en el último año.
Durante los meses de la pandemia la bebida que más creció en consumo relativo fue el vino, seguida por la cerveza.