La capilla San Ramón Nonato, en el barrio homónimo, según lo informado, registra la mayor cantidad de ataques. Asimismo, pidieron un mayor compromiso por parte del municipio y la policía, en materia de seguridad.
Agregaron que esta capilla, no sólo fue blanco de robos de mobiliario (casi en totalidad) y sanitarios, sino también hubo ataques vandálicos. Revelaron que los vecinos, fieles de la Iglesia, señalaron que se trata de una zona conflictiva y apuntaron a grupos vinculados a las drogas y el alcohol.
Estos grupos, dijeron, eligen los edificios de la Iglesia para sus fechorías, sin que haya ningún freno a esta conducta. En zona oeste alta, en la capilla de la comunidad La Loma, en tanto, también hubo daños en el mobiliario.
Por otra parte, se registró otro robo en capilla San José (barrio Mataderos) y en zona sur, donde vándalos trataron de romper la puerta de la parroquia La Santa Cruz. "Te quedás con impotencia pensando qué hacer para que las cosas no sean sustraídas", dijo Marcos Álvarez, del movimiento católico. "No sabemos ya qué hacer", señaló a su vez el diácono permanente de la parroquia San Ramón. "Las familias no cuidan a los chicos", acusó. Por su parte, Marcela De Piante; agente pastoral de capilla San Francisco Solano (La Loma); llamó a los vecinos a denunciar cuando se "oferten" elementos como mobiliario, sanitarios y otros elementos robados de las iglesias. "La capilla quedó vacía, sin nada", lamentó. El padre José Luis Pinilla, de Parroquia San Ramón, en tanto, hizo un fuerte llamado a las fuerzas del orden debido a los sistemáticos robos que sufren debido a la inseguridad que caracteriza al sector y que no cesa ni en cuarentena por la pandemia del COVID-19.
"Hay que decir basta a esto, se está poniendo muy peligroso", señaló.
"Debemos reflexionar (…) esto es de mi comunidad, ¿Por qué hago esto? (…) ¿Cuál es mi deber? ¿Cuál es mi derecho? No es tanto lo que se ha perdido o robado, sino el daño que se hace, destrozar", amonestó.