En ambas fases, el organismo asistió y continúa haciéndolo vía telefónica y en los casos de emergencia a través de los dispositivos de salud mental.
La psicóloga detalló que el aislamiento social, preventivo y obligatorio de la primera etapa de la pandemia en Salta generó un proceso de sobre adaptación a las nuevas normas, y las consultas giraron en torno a esas circunstancias.
"Con el distanciamiento social, llega la etapa del agotamiento o fatiga social. Es decir el momento en el que se percibieron distintas emociones ligadas a lo coyuntural. Las personas tienden a experimentar cólera, enojo, que se expresa con las personas convivientes y hacia el de afuera. Se busca un culpable, que puede ser un vecino o alguien que transmita el virus. Son momentos de mucho enojo", señaló Silva.
Detalló que otro sentimiento que aparece en esta etapa es la tristeza. "Todos atravesamos un duelo sobre la construcción ilusoria del futuro, siempre necesitamos tener certezas y esta situación (de pandemia) provoca un alto nivel de incertidumbre que se puede sumar a las distintas pérdidas, como la del trabajo, contactos, vida social", dijo y luego agregó: "La evolución de cada persona en el aislamiento tiene ver con su edad, su propia historia y la condición económica".
La funcionaria precisó que el distanciamiento más que social es físico, y es el aislamiento que sirve de estrategia para enfrentar la epidemia, por lo que se deben promover nuevas formas de encuentros. "En el caso de que se retroceda en algunas fases como ocurre en Tartagal y anteriormente en Orán, hay algo aprendido, lo que significa que no volvemos a arrancar de cero", afirmó.
"Hay que comprender que nos enfrentamos a una situación desconocida y que podemos vivir momentos en los que nos angustiamos, con estrés, ansiedad, pero hay que recordar que como humanidad hemos sufrido muchas pandemias y si vemos los comportamientos, también va a ser transitoria", consideró.