En el final del Milagro 2019, bajo el lema “Caminemos juntos como iglesia peregrina hacia adelante”, el obisto también tuvo palabras hacia las familias, la equidad, la misericordia y el ámbito educativo.
“Somos todos caminantes, juntos compartiendo la fe, juntos como Iglesia, juntos en la Iglesia que camina en comunión. Así estamos en esta Salta que quiere ser fiel a Dios y a sus hermanos”, dijo en una parte de su texto el prelado, quien comenzó sus palabras agradeciendo el acompañamiento de los fieles en una jornada de extremo calor, que es un testimonio de fe.
Tuvo palabras para los peregrinos que llegaron de la Puna, de la selva oranense, de los Valles, del Chaco, de los distintos puntos cardinales de la provincia y del resto del país, señalando que ellos nos empujan a recordarnos que somos caminantes.
Por otra parte, resaltó las reliquias, que a los pies del Señor del Milagro estaban Felipe y Santiago. “Felipe el apóstol, el del pie caminante y crucificado y también Santiago el valiente guía que dio su vida por Cristo. Todos somos caminantes que atraviesan la vida juntos compartiendo la fe, juntos creciendo en la fe, juntos como Iglesia que es una Santa, Católica y Apostólica”, dijo Cargnello.
El Señor y la Virgen del Milagro recorrieron así como cada año las calles de Salta, esta vez con las reliquias de los apóstoles Felipe y Santiago traídos desde el Vaticano que acompañaron a los salteños que como siempre llegan desde cada rincón a poner a sus pies agradecimientos, pedidos, penas, alegrías, pero sobre todo esperanza.
Con una temperatura que llego a los 36 grados según el Servicio Meteorológico Nacional, los feligreses agitaron sus pañuelos con cada una de las imágenes que salieron de forma puntual del templo mayor de la fe católica.
El arzobispo de Salta habló de una Salta que a los inicios de una primavera, quiere ser fiel a Dios y a los hermanos y retomando el accionar del apóstol Felipe en la Última Cena, señaló que el pedido de todo corazón hermano que hoy se pregunta por su identidad, “muéstranos el rostro que dé identidad a mi rostro, muéstranos la presencia que me responda quién soy”. Y en ese contexto se intuye la respuesta, “soy hijo, somos hijos y por lo tanto hermanos”.
Luego recordó que en el 2000, los obispos ingresando al nuevo milenio, señalaron: “Nuestra identidad, y vocación más profunda es la de ser hijos e hijas, en su ser más íntimo ninguno es huérfano. Sabernos redimidos por Cristo y renacidos por el Espíritu, sentirnos y comportarnos como hijos del Padre es el corazón de la vida cristiana”.
Al finalizar la procesión se comenzó a tratar de conocer la cantidad de fieles que estuvieron presentes y se habló extraoficialmente de alrededor de 800 mil personas. Otros llevaban la cifra entre los 670 mil y los 700 mil. Todavía resta conocer el informe oficial de la Policía de la Provincia.
“No a una economía de exclusión”
Cargnello remarcó que cada cristiano debe hacerse cargo de los hermanos que sufren ya que dijo “es tarea de todos”, donde los pobres no deben ser excluidos, en la compleja trama de la vida social, nuestra vida cristiana debe tener misericordia y justicia, seamos justos con todos.
En otra parte de su homilía Cargnello recordó palabras del Papa Francisco de decir “no a una economía de exclusión, se debe cuidar la equidad que es mantener la fe, no destruyamos el tejido social seamos honestos, solidarios”, dijo.
“Las parroquias, movimientos e instituciones nuestras, sean faro de caridad”. “Contribuir a un mejor mundo significa, creer en la familia, el cristiano debe ser imagen de unidad. Nuestro Señor del Milagro es un valor permanente ya que hizo de los dos pueblos uno solo”, señaló.
Luego se refirió a las nuevas esclavitudes, como lo son la trata de personas, las adicciones donde la dignidad es lo que enaltece a la persona, y sobre lo que se debe trabajar. En relación a la vida señaló se la debe acompañar desde el comienzo, al igual que toda vida humana, la cultura de la vida nos compromete todos los días, “desde el bebé en el vientre, a los adolescentes, a los ancianos, a los adultos y a los jóvenes que deben ser acompañados en su desarrollo, y todo esto desde el servicio que tiene su urgencia y es en la educación”. Aquí habló del respeto al alumno y a los docentes donde se debe apostar por el esfuerzo.
“Que el estado no cese en la lucha contra los flagelos de las adicciones de la trata, donde la cultura de la muerte destruye. Abramos las puertas a Cristo. Que los jóvenes no tengan miedo, con Él, la vida tiene sentido”, señaló.
Finalmente, monseñor Cargnello dijo para el clero: “Hacemos un llamado a la conversión, también pedimos perdón por nuestras faltas y debilidades, donde debemos reformar el compromiso de ser hermanos”.
Asi finalizó su homilía frente al monumento 20 de Febrero, donde en una gran explanada a los pies del monumento, que recuerda a los caídos en la Batalla de Salta, se renovó el pacto de fidelidad.
En el que cada uno, de los creyentes, se compromete año tras año frente al Señor del Milagro a “tenerte siempre por Padre, Abogado y Patrono, y reconocer tu real soberanía sobre todos los pueblos, y especialmente sobre el nuestro”.
A partir de las 20.15 las imágenes ingresaron al templo mayor ante una plaza llena de pañuelos blancos que emocionados, pero alegres, despidieron a sus patronos hasta el año próximo, con fe, esperanza y amor.
Antes de ofrecer la bendición con indulgencias plenarias a las personas que participaron y se encontraban en disposición, el arzobispo anunció que de la misma forma que desde la Basílica de los Doce Apóstoles en Roma, se enviaron las reliquias de Felipe y Santiago, se encontrarán en el templo vaticano dos imágenes salteñas, que recuerden al Señor y la Virgen del Milagro.
