Una mezcla de emociones por el valor ecológico que imprime la acción para una especie que se encuentra amenazada en la actualidad, y el significado ancestral de este “mensajero divino”, para los incas.
El cóndor es una de las aves más fuertes que sobrevuela el cielo cordillerano en Sudamérica. Desde tiempos pretéritos fue sagrado para los incas, quienes creían que comunicaba el mundo superior (Hanan Pacha) con el mundo terrenal (Kay Pacha). No es casual que la liberación se diera en el marco de una ceremonia que buscara retomar esa conexión con el vuelo de Wak’a (“lugar sagrado”) y la inmensidad del denominado “Mal Paso” camino a Hualinchay, en el corazón del valle calchaquí, escenario cercano a donde siete meses atrás fuera encontrado agonizante (exactamente en Condorhuasi Molinos), víctima de un envenenamiento por agrotóxicos utilizados por productores locales.
Momentos previos al vuelo del ave se vivió el ritual del que participaron autoridades, comunidades originarias y otros visitantes: “El cóndor nos conecta con el cielo, y no es casual como tampoco el nombre de Wak’a, porque nos recuerda que en nosotros reside lo sagrado, la sabiduría , y la conexión con la Pachamama (madre tierra)”, explicó una de las integrantes de la Fundación Ecos de la Patria Grande: “Tampoco es casual que sea el noveno cóndor macho”, y señaló que el número para la creencia andina se trata de un cierre del ciclo de lo masculino “que debe ser equilibrado y abrirle paso a lo femenino, habiendo iniciado el equinoccio (la igualdad de horas del dia), el mensaje es la búsqueda del equilibrio”, enfatizó la mujer, que abrió paso a las ofrendas a la tierra con cantos y bendiciones.
A continuación se inició la caminata en caravana silenciosa y en ascenso hacia el peñón elegido para la suelta: tras una rauda salida, tal vez advirtiendo la expectativa de los presentes, Wak’a desplegó sus impactantes tres metros de envergadura alar en un brillante azabache, para emprender vuelo al peñón más cercano, y como corolario, minutos más tarde fue alcanzado por otro cóndor silvestre, arrancando aplausos y hasta lágrimas de emoción.
Especie en peligro
Nuevo Diario dialogó con Luis Jacome presidente de la Fundación Bioandina Argentina que explicó que: “El momento nos llena de felicidad, teniendo en cuenta la gran pérdida que tuvimos en los últimos 18 meses”, y habló que sobre las muertes masivas de estas aves en el país, en Rinconada, Jujuy; en Los Molles, Mendoza, y el año pasado 23 muertes en la Patagonia: “La causa son los agrotóxicos que colocan algunos productores rurales, verdaderas bombas químicas latentes tan violentas que si los ingieren en una cantidad un poco elevada, los mata instantáneamente”.
Jacome recordó que en julio encontraron a Wak’a intoxicado y que fue asistido en la estación de fauna autóctona para luego ser trasladado al Ecoparque de Buenos Aires al centro de rescate y cría en aislamiento de cóndores del programa. “El cóndor está atravesando por condiciones que ponen en riesgo la especie”, advirtió y adelantó que: “Estamos armando con la Secretaría de Ambiente de Nación un programa contra el uso de cebos tóxicos, que busca además tener un protocolo de acción ante casos de envenenamiento y proveer a las autoridades de ambiente, sobre todo a los guardafaunas que operan en el campo, un kit de bioseguridad para el saneamiento del ambiente; además de comunicar a las poblaciones que el método del veneno es indirecto, y que pone en riesgo a todas las formas de vida, y “ni siquiera sirve para lo que proponen porque matan al carnívoro carroñero, no al cazador”.
Una vez liberado el cóndor, desde el programa de conservación realizan el seguimiento del ave: “En Salta, suman un total de nueve los cóndores liberados, en tanto en lo que es Sudamérica suman 179, y tenemos un sistema de microchip subcutáneo para saber si reinciden en un caso de rescate posterior, además de estudiar el área de dispersión, lugares de nidificación y dormideros”, sostuvo el biólogo que también relató que desde la fundación que preside tienen uno de los bancos de datos satelitales más grandes del mundo en vida silvestre, que funciona desde 1997. “El mensaje de Wak’a es que tenemos que tener mucha conciencia con lo que estamos haciendo con nuestra vida, y analizar que hay que hacer un regreso a una vida sana”, finalizó Jacome.