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Es decir que, de los 20 adultos mayores que fueron hospitalizados con COVID positivo, solo 16 regresaron al hogar, según da cuenta un informe del sitio "Tartagal al día".
La última muerte anciano de COVID-19 se produjo el 27 de agosto, luego de permanecer convaleciente en Clínica Divina Misericordia, lugar de internación, que se dispuso, por un convenio entre ese sanatorio y la gerencia del Hospital Peron.
Ese mismo día, otro anciano fallecío en el geriátrico, aunque la causa de muerte no sería COVID, según el informe del Gerente del Hospital de Tartagal, doctor Juan López, quien habría intervenido en el diagnóstico.
Llamó la atención que el director del hogar tartagalense Luis Carvajal, escondiera ante los medios de prensa y la sociedad, el fallecimiento de los ancianos que se encontraban bajo su cuidado.
Ese día del anuncio de que les dieron de alta y la vuelta al hogar, se mostraba felizmente emocionado, "por tener nuevamente a sus abuelitos en el hogar".
El sitio "Tartagal Al Día", entrevistó con el doctor Walter Escribas, el médico que intervino en la mayoría de los casos de fallecimiento de los internos y confirmó los cuatro fallecimientos de los ancianos por COVID-19, sumado a otras patologías de base, que impidieron la recuperación de los pacientes.
Entre distintas afecciones pre existentes por lo avanzado de sus edades, el médico indicó, que algunos abuelos se encontraban en cuadro de desnutrición, mientras que otros presentaban escaras, (heridas profundas en la piel, como resultado de permanecer por tiempos prolongados en una misma posición).
Todo lo contrario a los dichos de Carvajal, director del hogar sobre las condiciones de los adultos bajo su cuidado y aduce que el informe de la clínica indica otra situación totalmente diferente.
Por estos cuestionamientos sobre los manejos del hogar de ancianos, el Municipio de Tartagal, podría ser solidariamente responsable de la situación, como órgano de retención y al no haber detectado a tiempo, las condiciones de los internos en el hogar.