Hecho en Salta, el video “Será Venganza” no es precisamente una producción de la que los salteños puedan enorgullecerse. Más bien todo lo contrario.
No más comienza, la larga perorata de un general sobre la guerra fría y sus derivaciones en el cono sur en forma de guerra caliente avala la doctrina de los militares golpistas y represores: en la Argentina de los setenta hubo una guerra, reflejo de aquella. Los generales mandaron matar, secuestrar y torturar y apropiarse de niños, pero es que estaban haciendo la guerra.
Contra lo que podría parecer, el video del Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta no se propone defender los derechos de algunos ancianos que cumplen sus condenas en cárceles comunes: pretende difundir la misma versión de la historia que la que sostuvieron los militares que usurparon y acapararon el poder en marzo de 1976.
Alguna argumentación produce dolor de estómago. “Las Fuerzas Armadas fueron a esa guerra con el impulso de defender su bandera y el enemigo les impuso la modalidad del combate, el terrorismo”, afirma sin ruborizarse el general Heriberto Auel.
No podría escucharse mayor justificación del terrorismo de Estado, ni más cínica exculpación. Hubo un Estado terrorista, reconoce Auel, pero fue culpa de otros terroristas. Ya no es obediencia debida, es terrorismo debido.
Pero ¿a qué viene este video ahora? Comprensiblemente podría responderse que el Centro de Estudios prepara el terreno para erigir en breve monumentos a Videla, Massera y Agosti, tal vez a Astiz, los jefes que condujeron victoriosamente la guerra caliente y aniquilaron, con métodos terroristas claro, a la subversión apátrida.
La respuesta podría ser peor: el video no es para nada una memoria apolítica del pasado como pretende hacerse pasar; es una predicción del futuro. La preparación ideológica de un Estado terrorista por venir. Atención entonces: un par de bombas, algún secuestro, comienzan a dar licencia terrorista a los integrantes de las fuerzas de seguridad.
Quienes se rasgaron las vestiduras por la prohibición del video en la Feria del Libro, entre ellos por supuesto el diario La Nación y algunos egregios periodistas de nuestro medio, merecen atención aparte.
Llamaron censura a la decisión de la Feria, sin advertir –o lo peor, a pesar de advertirlo- que las argumentaciones del video justificaban el secuestro, la tortura, la desaparición de decenas de periodistas – daños colaterales de la guerra terrorista- o la censura directa sobre diarios, radios y canales de televisión durante la dictadura.
¿De qué, digo, habría que alarmarse?
- Andrés Gauffin
- [email protected]