Los católicos del mundo asistieron por internet a la bendición del papa Francisco Urbi et Orbi con indulgencia plenaria para llevar con fe la pandemia que sufren la mayoría de los países.
Así los fieles de distintos sectores fueron analizando las señales que se pudieron advertir en la ceremonia que llevó adelante el pontífice ante una Plaza San Pedro vacía, donde solo se veía como destacando el atrio iluminado a los pies del crucifijo conocido como de la peste y de la imagen de la Virgen de la Salud.
El anochecer elegido para llevar adelante el oficio, nos habla de algo que llega a su fin desde donde surgirá una perspectiva nueva, "el ambiente de penumbra y verlo caminar solo, en perfecta soledad, frente a una plaza vacía, me recordó - señaló una comunicadora venezolana en su red social - el mensaje de Lucía, cuando dentro de la profecía de la Virgen de Fátima habló de un obispo de blanco, subir una empinada montaña, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos".
El Papa ha expresado que “nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca – recuerda – “estamos todos”, de hecho, continúa, “al igual que esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.
No hemos escuchado el grito de nuestro planeta enfermo
El Pontífice también ha elevado una súplica en estos momentos de prueba: “mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor””.
El Papa asegura que hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo y codiciosos de ganancias – dice – “nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”.
Es en este momento en el que el Papa, dirigiéndose al Señor, asegura que “no nos hemos detenido ante sus llamadas”, tampoco “nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo” ni “hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”. De hecho, dice, “hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
El llamado en esta Cuaresma
“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti” dice Francisco. En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: “Convertíos” en la que se nos llama a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. “No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio – asegura el Papa – el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. También es el tiempo “de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, puntualiza.
Oración y servicio silencioso
El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. “Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida” nos pide el Papa y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”. Francisco asegura que si hacemos esto, experimentaremos, al igual que los discípulos, que con Él a bordo, no se naufraga”.
En este sentido, el Papa nos hace un ejemplo gráfico: “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.
Al final de su reflexión, el Papa ha pedido al Señor que bendiga “al mundo”, de salud “a los cuerpos” y consuele “los corazones”. “Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo” ha concluido.