Consideró ayer "de una gravedad inaceptable" la reivindicación del golpe de Estado del 31 de marzo de 1964 hecha por el presidente Jair Bolsonaro en una orientación a las Fuerzas Armadas, que ya comenzaron a celebrar la jornada en actos dentro de los cuarteles.
En Brasilia, el jefe del Ejército, general Edson Leal Pujol, quien había dicho que la fuerza no debía arrepentirse por haber dado el golpe que implementó una dictadura de 21 años, participó de un acto en el que se leyó la nueva narrativa de Bolsonaro sobre el derrocamiento del presidente constitucional Joao Goulart.
La reacción del relator de la ONU en Ginebra fue motivada por una presentación urgente y confidencial del Instituto Vladimir Herzog -que lleva el nombre de un periodista asesinado por la dictadura mientras era preso político- y la Orden de Abogados de Brasil.
Las entidades piden tratar el intento de narrativa positiva del régimen como "una violación más a los derechos humanos".
Bolsonaro, un excapitán del Ejército que defendió la aplicación de la tortura contra la expresidenta Dilma Rousseff y otros presos políticos, solicitó al Ministerio de Defensa promover este fin de semana "las conmemoraciones debidas" de los 55 años del golpe que instaló hasta 1985 una dictadura.