La presentación con la firma de los fiscales Ana Inés Salinas y Gustavo Torres Rubelt ahora está en manos de la jueza, Edith Rodríguez, reemplazante del jubilado Héctor Martínez, titular de ese juzgado, deberá darle el trámite del caso previo a su pase al Tribunal de Juicio, instancia en que las defensas podrían hacer planteos para derribar el requerimiento, lo cual en este caso está descartado, pues la defensa de ambos imputados ya expresaron el deseo de ir a debate.
Para los fiscales, Vargas, de 34 años, debe responder por el delito de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio de recompensa o promesa remuneratoria en calidad de partícipe secundario, mientras que Cajal es considerado autor responsable del delito de encubrimiento agravado, en perjuicio de la administración de justicia.
Salinas Odorisio y Torres Rubelt sostuvieron que la conducta desplegada por Cajal derivó “en una manifiesta obstrucción de la justicia, perpetrada en orden a evitar dar cuenta acerca del origen o naturaleza de bienes espurios que estaban en su poder y que fueran sustraídos por los autores del homicidio en ocasión de ejecutar el hecho principal”.
Argumentos sobre Vargas y Cajal
Respecto a Vargas, en tanto, dijeron que “los autores materiales contaron con la activa colaboración del mismo para la perpetración del hecho, lo que se logró probar con grado de probabilidad suficiente”.
Sobre Cajal, en tanto, indicaron que el viudo “habría desplegado conducta criminalmente punible, al ocultar información trascendental para la investigación de los hechos, direccionándola y condicionando el resultado; todo ello en función de intereses personales, lo que sumado al transcurso del tiempo ha impedido (hasta el momento) la determinación de los autores materiales, sobre los que la investigación debe continuar y continúa de manera constante e intensa”.
Al referirse a las pruebas presentadas, los fiscales resaltaron “las numerosas declaraciones testimoniales, entre las cuales varias coincidieron en señalar a un hombre que consultó por una “señora que tenía unas hijitas en la entrada, al principio de calle Las Virginias (domicilio de Salas) y que esta señora le había encargado que le iba a comprar”. Otros testimonios, en tanto, describieron a un hombre con un perro en las manos y a Salas hablando con uno de esos sujetos.
También destacaron “los informes policiales, de telefonía (que confirmaron que Vargas utilizó líneas telefónicas registradas a su nombre y prepagas con una “actividad inusual, intercambiando tarjetas SIM de diversas compañías de manera permanente y llamativa”), con impacto en la zona donde residía Salas, a principios de enero”.
Pericias a los celulares
En base a ello, los fiscales afirmaron que “se pudo determinar fehacientemente la utilización de telefonía celular de manera llamativamente sospechosa en general y en particular por haberse comprobado que el día 4 de enero estuvo en la zona con un equipo telefónico que no se corresponde a los numerosos elementos secuestrados en la causa”.
Dijeron que la prueba documental y testimonial también es comprometedora para Cajal, de quien señalaron que, ante el crimen de su mujer, “su estado era sereno, predispuesto y atento a los detalles solicitados, haciendo siempre hincapié en que su concubina (víctima) habría sido atacada por un ladrón”. Además, el imputado dijo que “los policías le dijeron que lleve a las menores (sus dos hijas, halladas en el baño), al auto para preservar la escena y a él, también le pidieron que se retire de la casa”.
Entre otras pruebas, mencionaron el informe de la empresa proveedora del servicio de alarmas, la que confirmó que fue apagada el 26 de enero y restablecida el 30 del mismo mes, sin intervención de los técnicos. Este aspecto, fue considerado por los fiscales como un indicio contundente en contra de Cajal.
Respecto a la hipótesis de que los asesinos llegaron a la casa con un perro utilizado para ingresar a la casa de la víctima, los fiscales resaltaron el testimonio de un testigo, quien declaró que, el día del crimen, Cajal le dijo: “la mataron a mi mujer (…) por culpa de ese perro de mierda la mataron a mi mujer”.
Esta frase, para los fiscales, es un indicativo de que conocía el plan asesino, pues la teoría del perro se conocía varios días después. Además, dijeron que los causantes fueron en busca de un maletín, por lo que podría haberse tratado de un domicilio “entregado”.
Asimismo, mencionaron que Cajal incurrió en contradicciones. Dijeron que cuando el acusado se refirió a las llaves de la casa, dijo que “las encontró en la puerta; cuando la niñera declaró que la mujer la esperó afuera varios minutos porque no tenía la llave de su casa.
“Cuando llegó Cajal, observó el llavero colgado en el alambre al lado de la puerta de ingreso; le sorprendió ver la puerta sin seguridad y el llavero de Jimena en el alambre”.