APUÑALADA EN UN MOTEL

Testigos complican al acusado del femicidio de Jéssica González

En la segunda jornada de juicio por el femicidio de Jéssica González fueron cuatro los testigos que brindaron sus testimonios y complicaron aún más la situación del acusado Raúl Antonio Pérez, por el asesinato cometido en un motel.

NDS |

El acusado de femicidio (centro) complicado por dos empleados del motel donde Jessica fue asesinada y dos asistentes a la iglesia evangélica.
El acusado de femicidio (centro) complicado por dos empleados del motel donde Jessica fue asesinada y dos asistentes a la iglesia evangélica.

Dos son empleados del motel donde la joven fue asesinada y dos asistentes a la iglesia evangélica donde prestaba servicios la víctima y a la que también concurría el victimario. De acuerdo con los elementos secuestrados en el lugar del hecho, el cuchillo había sido comprado momentos antes de cometer el hecho.

Raúl Antonio Pérez de 41 años, está imputado por el delito de homicidio agravado por tratarse de femicidio, en perjuicio de González de 39 años.

El concurrente a la Iglesia, dijo conocer tanto a Jéssica como a Pérez y además de definir cómo era la víctima, siempre agradable para con todos, y con una palabra amable, sin advertir que hubiera algún trato especial para con el victimario.

También se refirió que el 20 de septiembre de 2018 vio a la joven entre las 19 y las 19.30, en una parada de colectivos ubicada en Villa Lavalle, sobre avenida Tavella. Aclaró que estaba sola y fue previo al día que apareció muerta.

A su tiempo los empleados señalaron lo ocurrido ese día, y dejaron en claro que ellos no tienen control sobre las personas que ingresan, ya que no los ven, se cobra por un buzón y nada más.

La empleada del hotel alojamiento donde fue encontrado el cuerpo de la víctima junto al imputado, dijo que ella debía anotar el ingreso de los clientes y de cobrarles, además de hacer la limpieza.

Sobre el día del asesinato dijo que una pareja había ingresado en un auto negro con vidrios polarizados cerca de las 20.30. Ella lo anotó y el vehículo se dirigió a una de las habitaciones.

Cuando terminó el turno, llamó para informarle al cliente que se había cumplido el tiempo y del otro lado de la línea el sujeto le respondió que iba a necesitar dos turnos más. Este plazo también se cumplió y, alrededor de las 23, volvió a llamar, pero nuevamente recibió de respuesta que se quedaba más tiempo.

Consultada por la fiscal, con respecto a este breve diálogo, la mujer señaló que le percibió al cliente una voz extraña, como si estuviera alcoholizado. “No era normal, hablaba como trabado”, describió. Dijo que en ningún momento escuchó ruidos dentro del cuarto.

Refirió que en un momento se acercó a la cochera para ver bien el color del auto porque temía que el cliente se fuera sin pagar –algo que sucede de vez en cuando – y desde ahí pudo percibir un silencio total. Su turno terminó a las 23 y se retiró.

Turnos vencidos

Luego fue el turno del empleado que continuaba con el turno siguiente, horas 23, quien era el conserje a partir de esa hora. Recordó que, al tomar su turno, le pidió a la mucama que fuera a la habitación donde se encontraba el imputado para comunicarle que tenía los turnos vencidos y, desde adentro, el sujeto le respondió que se quedaría más tiempo.

Cuando se cumplieron dos nuevos turnos, le solicitó a la mucama que repitiera la consulta y la mujer regresó diciéndole que desde adentro de la habitación el cliente le respondía que no se podía mover.

Esto llamó la atención y se provocó el alerta a la policía. Él se ocupó de forzar la puerta del cuarto, que estaba trabada por dentro. Aseguró que no alcanzó a ingresar a la habitación porque en ese momento arribó el personal policial que se hizo cargo de la escena.

Consultado por al fiscal, describió lo que vio al abrir la puerta: a la mujer en el piso, ensangrentada y quieta; al hombre sobre la cama, cubierto de sangre; ambos estaban vestidos; un cuchillo al lado de la cama.

El conserje también fue testigo de los secuestros realizados en el lugar. Recordó que del auto del imputado se extrajeron el envoltorio del cuchillo, que aparentemente era nuevo, la factura de compra del arma blanca y una zapatilla. Del interior del inodoro del baño de la habitación, en tanto, se recuperaron trozos de dos celulares destruidos.

Finalmente, declaró otro asistente del templo donde se conocieron la víctima y el imputado. El joven relató un episodio vivido con Raúl Pérez el martes anterior al homicidio de Jéssica.

Contó que ese día la joven le pidió que hablara con el imputado para aclararle que ellos no salían, ya que Pérez se lo había insinuado de manera muy ofensiva, diciéndole cosas muy feas.

El testigo remarcó que Jéssica era una persona muy correcta y que, a raíz de la escena de celos de Pérez, se había sentido muy incómoda y enojada.

Con este caso vuelve a salir a la luz los puntos débiles y vulnerables de los moteles, donde no hay control en el ingreso y donde se puede estar cometiendo actos que involucren a menores, como ocurrió con la menor de 8 años ingresada por el empresario Simón Agustín Hoyos, de quien abusó sexualmente y por lo que estuvo condenado y ahora liberado.

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