DECLARARON CINCO TESTIGOS

Ponen en duda la labor del acusado Ricardo Lona en la causa Ragone

El actual ministro de Gobierno de la Provincia, Marcelo López Arias fue el testigo principal de los cinco que ayer declararon en el juicio al ex juez federal Ricardo Lona por los delitos de prevaricato, omisión de persecución penal y encubrimiento en la causa Ragone.

NDS |

El Tribunal que juzga a Lona: Gabriel Casas de Tucumán, Juan Reynaga de Catamarca y Gabriela Catalano de Salta.
El Tribunal que juzga a Lona: Gabriel Casas de Tucumán, Juan Reynaga de Catamarca y Gabriela Catalano de Salta.

López Arias llegó al Tribunal Oral Federal 2, en la avenida Gurruchaga 297, poco después de las 12, cuando los jueces, bajo la presidencia de Gabriel Casas, se acomodaban en la sala de audiencias, donde ya se encontraba Ricardo Lona, quien había arribado puntual en la parte trasera de un Citröen Berlingo, adaptado para su traslado.

Iniciado el debate, López Arias recordó que su actuación en la causa Ragone en el año 1984, fue cuando se presentó por la familia del ex gobernador. “Hice lo que podía hacer, más no se podía”, fue una de las primeras frases que despertó la atención del fiscal, Carlos Amad, quien enseguida tomó el guante y repreguntó a fin de saber a qué se refería.

“Sucede que la causa estaba muy cerrada con la hipótesis de que los autores fueron personas que habían robado autos en Río Hondo, Santiago del Estero, para luego llegar a Salta y cometer el hecho”, explicó López Arias, quien agregó que esta teoría para el juzgado era “inamovible” y estaban muy “cómodos con esa hipótesis”.

Afirmó que el caso “daba para investigar mucho más”, pero no se pudo avanzar sobre otra hipótesis que no sea la foránea. Reconoció que tuvo contacto con Lona, pero la causa no cambió de hipótesis sino hasta que se produjo el incidente en el juzgado de Metán con el testigo Domingo Nolasco Rodríguez.

Este testigo sostuvo que en un careo entre el policía Fortunato Saravia y su concubina, en el marco de una causa penal abierta por el homicidio de su hermano, Oscar Rodríguez, el mayor Juan Carlos Grande, en ese tiempo subjefe de la Policía, interrumpió la medida y reconoció que a dicho policía, como a otros, como Andrés del Valle Soraire, no se los podía tocar debido a que habían participado en el secuestro de Ragone.

Detalles del secuestro

Al respecto, López Arias sostuvo que intervino para que este testimonio fuese incorporado a la causa, lo que en definitiva fue la llave que abrió el caso. También se refirió al testimonio de un policía, Víctor Vilte, quien relató en detalle cómo fue el hecho del secuestro de Ragone.

Agregó que ante lo revelado por Vilte, quien luego se convirtió en testigo protegido en la causa, realizó las gestiones para que sea trasladado a Buenos Aires, donde dio su testimonio ante el Secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, tras lo cual impulsó al testigo a que haga lo propio en la justicia federal en Salta.

Aquí, López Arias, abrió un interrogante llamativo, pues contó que Vilte se presentó en la fiscalía federal, en el año 2006, donde le dijeron que si declaraba iba a terminar preso, por lo que el testigo luego se negó a colaborar en la causa, sin mencionar datos sobre el fiscal que habría incurrido en esta conducta.

En otro tramo de su declaración, López Arias señaló que también actuó en la causa Palomitas, en la que se encontró a Lona, pero éste en este caso se excusó y el proceso quedó en manos del juez reemplazante Alberto Aragones, sin embargo, en la causa de Ragone, el juez se mantuvo firme y ahí no se pudo avanzar.
 
Renuncia de López Arias

Amad, por su parte, aprovechó la declaración de López Arias, a quien, por momentos halagó, por ejemplo, cuando el funcionario contó que el 24 de marzo de 1976, cuando se produjo el golpe de estado, presentó su renuncia “porque no compartía absolutamente la posibilidad de ejercer bajo un gobierno antidemocrático”.

Ante esto, Amad preguntó si hubo otros magistrados que hayan sido su mismo proceder, a lo que el testigo dijo que “fui el único en todo el país”.

La defensa de Lona, en manos de los abogados, Federico Rodríguez Spuch y Nicolás Ortiz, no fueron meros espectadores, pues a su turno pidieron que López Arias reconozca su firma en una serie de piezas procesales.

Las mismas eran diligencias dispuestas por su cliente para incorporar la declaración de Rodríguez, medida que posteriormente llevaría al esclarecimiento del hecho.

Con esta intervención, y lejos de confrontar con López Arias, los defensores dejaron sentado que su cliente accedió a la hipótesis que el entonces abogado de la familia planteó, desechando así que Lona se cerró a una sola teoría como lo sostuvo el testigo.

Luego de otras intervenciones de la querellas, todas respecto a hechos de violencia, torturas y amenazas por parte de grupos armados, ya sea policiales o militares, de aquellos años, no relacionado de manera directa al caso Ragone, el tribunal dio por terminada su declaración.

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