Los familiares de Vargas, en tanto, se pronunciaron para que la investigación siga y se dé con los verdaderos responsables del asesinato de Jimena Salas, a la vez que destacaron la labor del presidente del Tribunal Francisco Mascarello y los jueces Federico Diez y Federico Armiñana Dohorman.
Previo al veredicto, Vargas aceptó dirigirse a los jueces, oportunidad en la que afirmó una vez más su inocencia. “Soy inocente, me privaron de dos años de mi libertad. Tengo la frente en alto, no tengo nada que ver con esto”, dijo. Cajal, en tanto, prefirió el silencio.
Certezas e indicios
En su defensa, y al momento de la réplica, el abogado Marcelo Arancibia no ocupó mucho tiempo para responderle a los fiscales. Volvió a resaltar la falta de certezas, condición necesaria para dictar una condena, ahora “no es momento de indicios”.
Criticó la reiteración en la que incurrieron los fiscales. “Voy a ser muy claro y es que, desde enero de 2017, la fiscalía habla del perro y de los hombres que lo llevaban en brazos, pero el can no apareció, tampoco el auto al que hacen mención y, hasta aquí, sólo hemos visto una investigación inconclusa, sin pruebas, por lo que me parece que nos metieron el perro”.
También identificó los dichos del fiscal Ramos Ossorio como procedentes de “otra persona”, a la que gusta referirse a carteles de Colombia u otros delitos de orden transnacional, probablemente, en alusión a otro funcionario de mayor jerarquía, conocido por sus redacciones novelescas en distintos medios locales.
Por último, retrató la situación con un relato colorido de dos bandos en guerra, los cuales se debaten a fuerza de cañonazos, con la diferencia de que los disparos de los fiscales no sólo no dieron en el blanco, sino que ni se acercaron, al menos, a los acusados, básicamente porque “no hay pruebas”.