“NO FUE UN ACTO SEXUAL CONSENTIDO”

Juzgan a joven por abusar de una menor en una fiesta de año nuevo

Se trata de un hecho ocurrido el 1 de enero de 2019 en un salón de fiesta, en el predio de la Asociación Gauchos de Güemes, camino a San Lorenzo, por el cual Franco Nicolás Wilde está acusado del delito de abuso sexual calificado.

El tribunal escucha a un testigo en el juicio por abuso sexual.
El tribunal escucha a un testigo en el juicio por abuso sexual.

Pese al hermetismo en torno al debate, iniciado en abril pasado, La Voz de Salta dio a conocer detalles de las audiencias que se llevaron adelante. El debate es presidido por la jueza Mónica Faber, de la Sala V del Tribunal de Juicio. La acompañan los jueces Marcelo Rubio y Gabriela Romero Nayar. El fiscal penal Federico Obeid,  lleva adelante la acusación.

Por la familia de la víctima, en tanto, participan del debate los abogados querellantes Raymundo Sosa y María Eugenia Yaique, mientras que la defensa de Wilde es ejercida por Juan Casabella Dávalos, todo a sala cerrada para el público, en razón que la víctima es una menor.

Wilde llegó a juicio acusado de violar a la adolescente en la fiesta denominada “Frida 2019”, en el predio que la Asociación Gauchos de Güemes posee a la vera de la autopista de Circunvalación Oeste, camino a San Lorenzo.

Como es usual, el juicio se inició con la lectura de la acusación penal, mediante la cual Wilde, quien se encuentra con prisión preventiva bajo la modalidad de arresto domiciliario, está acusado de abusar sexualmente de una joven que, al momento del hecho, tenía 17 años.

El supuesto abuso que el tribunal, casualmente, busca dilucidar, ocurrió el 1 de enero de 2019 en un baño químico en el predio del salón, donde se desarrolló el festejo.

En el juicio, según lo averiguado por LVS, Wilde, quien al momento del hecho tenía 18 años, no esquivó la oportunidad de declarar ante los jueces, a quienes no negó el encuentro con la menor, aunque sí aseguró que el supuesto abuso  se trató  de una relación sexual consentida.

La menor, en su turno de declarar, tampoco evitó ese difícil momento de reeditar lo sucedido aquella noche. Al hacerlo, se vivió un pico de intensidad en el recinto, pues a medida que la adolescente avanzaba con el relato, su voz comenzó a quebrarse y sus manos se hicieron un nudo por la fuerte carga emotiva propia del recuerdo del hecho.

Lejos de ello, y frente a todo ese embate, la menor se mantuvo firme y dejó en claro que lo vivido en la fiesta fue un abuso sexual y no un acto sexual consentido. La querella, por su parte, dejó en claro el daño, tanto físico como emocional, causado por ese episodio.

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