EL VIUDO Y LOS PRIMEROS TESTIGOS

Juicio a Jimena Salas: ocho testigos desfilarán en la segunda jornada

Para la segunda jornada de este martes, el juicio recibirá la declaración de ocho testigos citados por las partes. Se trata de efectivos policiales que intervinieron durante la investigación y vecinos de barrio San Nicolás, en la localidad de Vaqueros.

Cajal Gauffín decidió declarar ayer ante los jueces del tribunal. Le siguieron otros tres testigos.
Cajal Gauffín decidió declarar ayer ante los jueces del tribunal. Le siguieron otros tres testigos.

El juicio se inició en la Sala VIII del Tribunal, con la transmisión parcial por youtube dado que la autorización era solo para difundir la requisitoria y después la jornada final de alegatos sobre los acusados Sergio Horacio Vargas y Nicolás Cajal Gauffín por el homicidio de Jimena Salas.

El Tribunal de Juicio está integrada por los jueces Francisco Mascarello, Federico Diez y Javier Armiñana Dohorman. 

Representan al Ministerio Público, los fiscales penales Ana Inés Salinas Odorisio, Gustavo Torres Rubelt y Ramiro Ramos Ossorio.

En el inicio de la audiencia de debate de ayer declararon los tres primeros testigos, un empleado municipal, la niñera de Jimena y un oficial de la División Homicidios.

El empleado municipal dijo que al momento del hecho trabajaba como personal de tránsito en esa localidad y que ese día vio a la víctima dialogar afuera de su casa con un hombre.

La niñera de la víctima relató que ese día llegó a las 8.30 a la casa de Jimena, quien le dijo que se verían al mediodía y que ella llevaría llave. La testigo cree que se retiró de la casa de Vaqueros a las 11.30.

El oficial de Homicidios sostuvo que piensa que el crimen se habría producido entre las 12.20 y las 12.40 del 27 de enero, hace cuatro años. También se refirió a la presencia del imputado Vargas en el barrio durante el día del hecho, lo cual se obtiene del testimonio de una vecina y de una imagen que lo capta en un cámping ubicado en las proximidades de la casa de la víctima.

Sobre Cajal, el oficial dijo que le llamó la atención lo enfático con la teoría del "robo frustrado" que fue cuando lo entrevistó por el crimen. Le llamó la atención que el viudo estaba impecablemente bien vestido cuando llegó a la escena del crimen.

Lo que declaró Cajal Gauffín en el inicio  

Abierta la audiencia, el debate comenzó con un planteo del abogado Pedro Arancibia, defensor de Nicolás Cajal Gauffín, quien cuestionó la presencia de tres fiscales: Ana Inés Salinas Odorisio, Gustavo Torres Rubelt y Ramiro Ramos Ossorio.

El letrado intentó fundamentar la presencia acusadora en el derecho de igualdad de armas, pero el planteo se diluyó más en una molestia por el mayor despliegue por parte de la fiscalía, lo que fue rechazado por el tribunal.

Acto seguido, y como es usual, se dio lectura al requerimiento de juicio, mediante el cual se expuso la acusación contra Vargas como partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria. Cajal Gauffín, en tanto, llega acusado por el delito de encubrimiento agravado.

Al momento de prestar declaración indagatoria, el viudo no esquivó la oportunidad y realizó un relato cronológico y pormenorizado de la actividad que desarrolló el 27 de enero de 2017, el día que su mujer, Jimena Salas, fue asesinada de más de 40 cuchilladas en su casa, en Vaqueros.

Cajal dijo que está “dispuesto a colaborar para el esclarecimiento del crimen”, como lo hizo “desde el primer momento”, para luego explicar que el día del hecho, se levantaron temprano con Jimena porque ella iba a comenzar sus clases de natación.

“Esperamos a la niñera (cuidaba a sus dos hijas de 3 años) y a las 8.30 nos marchamos. La dejé a mi esposa en Sarmiento, entre Alsina y Entre Ríos, para luego dirigirme a mi trabajo, estacioné en la playa de siempre, en calle Urquiza, y caminé hasta Garbarino, donde me desempeñaba como gerente regional”, narró.

Agregó que a las 11.30 hizo una pausa en su tarea para ir al correo a retirar un bolso que había comprado Jimena. Media hora antes, ella le había mandado un mensaje contándole que la niñera no le abría la puerta, pero luego le envió otro diciéndole que ya había entrado a la casa.

“Luego de retirar el bolso, lo dejé en el auto y volví a mi trabajo. Estuve allí hasta las 13, cuando salí para ir a casa. Mientras iba al estacionamiento, y estando ya en el auto, llamé dos veces a Jimena, pero no me respondió, lo cual me pareció extraño, aunque supuse que estaría ocupada con las nenas”, indicó.

Antes de llegar a casa, se detuvo en el camino para comprar en una verdulería, a la entrada de Vaqueros. “Cuando llegué, vi que la llave de Jimena colgaba del candado abierto, del lado de adentro del alambrado, lo que me pareció raro porque ella era precavida en relación a la seguridad”.

Al ingresar a la casa, en tanto: “Vi a Jimena tirada en el piso. Me acerqué a ella. No tenía pulso (se lo tomó tocándole el cuello). Empecé a llamar a mis hijas. Una de ellas tiene autismo. Las busqué en todas las habitaciones sin encontrarlas. Mientras tanto llamaba al 911. Después escuché a las nenas llorar dentro del baño. Al abrir, vi que una de ellas tenía la remera ensangrentada”.

Fue entonces, que: “Las saqué de ahí y las llevé a la habitación, una se quedó en la cuna y la otra se metió debajo de la cama”. Luego, cuando llegó la Policía y la ambulancia, llevó a sus hijas al auto y los efectivos comenzaron a interrogar a los vecinos para saber si habían visto algo.

El dinero, los llamados y una infidelidad

En su declaración, Cajal Gauffín se refirió a numerosos aspectos relacionados, tanto al día del hecho como otros temas propios de la vida familiar, incluso reconoció haber mantenido una relación de infidelidad que concluyó el día que mataron a su mujer. 

En un tramo, y en respuesta a preguntas de las partes, el viudo se mostró interesado en el esclarecimiento del crimen. “Me encantaría saber quién y por qué mataron a Jimena”, dijo. Recordó que el día del crimen, una vecina - no recuerda cuál de ellas - comentó que Jimena se había acercado hasta su casa con una de sus hijas para preguntarle si era suyo un caniche que aparentemente estaba perdido en la zona.

Señaló que luego de encontrar el cuerpo de Jimena y de llamar a su suegra, a su propia madre y a un amigo muy cercano, también se comunicó con su jefe en Buenos Aires y con un colega en Neuquén para contarles lo sucedido. “Por una cuestión de respeto, para decirles que no iba a estar”, explicó.

Sobre su estado anímico al momento de arribar el personal policial a su casa, tras el hallazgo del cuerpo de su esposa, el imputado refirió que si él parecía estar “tranquilo” fue porque necesitaba mostrarse así delante de sus hijas. Sobre todo, porque una de ellas tiene autismo.

Indicó, además, que al momento del hecho no había grandes sumas de dinero en su casa. Manifestó que los elementos de valor estaban en una caja fuerte ubicada arriba de un placard. Allí guardaban alrededor de 10 mil pesos, 400 dólares y algunas joyas de Jimena. Nada de eso les fue sustraído.

 

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