La denuncia contra el sacerdote, de 58 años, también incluye supuestas amenazas y presiones por parte de Páez y el exobispo de Orán, Gustavo Zanchetta, quien actualmente está imputado por el delito de abuso sexual continuado agravado a dos seminaristas, que habrían ocurrido cuando el joven avisó que se retiraría de la vida religiosa, lo cual concretó en julio de 2017.
Denuncias que no llegaron
Advirtió que habló con el obispo de Tucumán Carlos Sánchez cuando tomaba las testimoniales dentro del proceso canónico contra Zanchetta y que le dijo que no podía tomarle la denuncia, ya que debía hacerla ante el arzobispado de Salta, más precisamente ante monseñor Mario Cargnello.
Posteriormente, el denunciante regresó, pero se alejó definitivamente en enero pasado.
Además de los abusos que ocurrieron cuando tenía entre 18 y 21 años y colaboraba con la parroquia de su barrio, el hombre manifestó que fue humillado, degradado públicamente y que padeció manipulación psicológica por parte de Páez, que aprovechó su vulnerabilidad y lo acusó de “huérfano emocional”, entre otras cosas, para ganarse su confianza y luego manipularlo con respecto de su formación y posibilidades.
En la denuncia también consta que por las consecuencias de los abusos, el joven se habría autoflagelado y habría intentado quitarse la vida dos veces, además de empezar a consumir bebidas alcohólicas.
La Unidad Fiscal Especializada conformada en el Distrito Judicial Centro, se integró a pedido del denunciante, en virtud del temor a las posibles represalias por parte del sacerdote denunciado en Tartagal.
