INDIGNACIÓN Y DOLOR EN EL BARRIO

Desgarrador relato de cómo muere el niño asesinado por la patota

El estallido del disparo y los gritos de sus hermanas y primas espantó a la patota que irrumpió en la casa del barrio. El niño Fernando estaba mudo, tirado en el piso y herido, minutos después que les pedía a gritos a los agresores que se vayan de la casa.

La prima de la víctima, fue testigo directa de la muerte del menor que solo intentaba que la patota se vaya de la casa.
La prima de la víctima, fue testigo directa de la muerte del menor que solo intentaba que la patota se vaya de la casa.

El barrio 26 de Marzo de la zona sudeste de la capital fue escenario de numerosos hechos de violencia, incluido el homicidio a tiros de un policía de la Brigada de Investigaciones en los años 90. Ahora fue testigo del impune asesinato de un niño Fernando Maximiliano Tobares.

Por el hecho, la Unidad de Grave Atentados contra las Personas, solicitó ya la detención de seis sospechosos, los que ya fueron arrestados y hoy serán todos imputados. Ya se logró también el secuestro de varios elementos de prueba, entre ellos estaría el arma homicida.

El asesinato, que levantó a muchos vecinos de ese barrio, que lleva el nombre de la fundación de la Policía de Salta, ocurrió el lunes, cerca de la medianoche del lunes último, cuando la víctima se hallaba junto a unas primas, la mayoría menores de edad.

Sucede que su madre, Noemí, junto a otras hermanas, se habían ido a la dependencia policial de la zona a fin de pedir protección porque esa jornada, en horas de la tarde y al caer la noche, fueron blanco de actos intimidatorios de una patota de la zona, conocida como "Los Antonianos".

Según el relato de Noemí, el lunes a la tarde, uno de los integrantes de esta barra se apostó a pocos metros de su casa, donde lanzó insultos y amenazas, pero luego se marchó.

Más tarde, a las 20, el mismo joven regresó con otros más, entre familiares y amigos, quienes mostraron sus armas de fuego y volvieron a insultar y amenazar.

Asustada, Noemí contó que llamó a sus hermanas, las que llegaron, algunas con sus hijas, quienes se quedaron en la casa con Fernando mientras la madre y sus tías fueron a la comisaría a radicar la denuncia.

En ese interín, los patoteros regresaron, esta vez ya eran como 15, varios de ellos armados con palos y con revólveres.

Con amenazas de irrumpir en la casa, los agresores lograron hacer salir a una prima de Fernando, detrás de la cual salió su hermana, a quien los atacantes amedrentaron poniéndole el arma de fuego en el pecho.

Cuando la situación ya estaba demasiado tensa, una de las primas intentó entrar a todos a la casa, pero Fernando ya estaba afuera y gritaba para que los agresores se vayan, circunstancias en que recibió un disparo en el estómago, un tiro letal.

El estallido espantó a los atacantes, mientras sus primas y hermana auxiliaron a Fernando, a la vez que comenzaron a pedir ayuda para llevarlo al hospital Papa Francisco.

La ambulancia, según dijeron, nunca llegó, por lo que trasladaron al menor en el auto de un familiar, pero ya era demasiado tarde.

Fernando murió por el disparo, y con su muerte enardeció a toda su familia, la que durante la mañana fue hasta la casa de los agresores a gritar por el crimen del menor, por el que ahora esperan que se haga justicia.

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