FUE SUSPENDIDO POR EL ARZOBISPADO

Denuncian por acoso sexual al cura de la parroquia Medalla Milagrosa

El sacerdote de la parroquia de la Medalla Milagrosa Fernando Javier Zannier fue denunciado por acoso sexual a una mujer, cometido en la víspera de Navidad, a través del envío de mensajes de audio de WhatsApp con frases de alto contenido sexual.

NDS |

El acusado sacerdote Fernando Javier Zannier hasta hace poco daba misas en la parroquia de la Medalla Milagrosa.
El acusado sacerdote Fernando Javier Zannier hasta hace poco daba misas en la parroquia de la Medalla Milagrosa.

El cura lejos de honrar una fecha tan cara para los cristianos, puso de manifiesto sus pensamientos más oscuros en una mujer a la que él mismo había casado meses atrás.

La denuncia se hizo a las 48 horas de Navidad por parte de M.S. y con solo un par de semanas, el sacerdote Fernando Javier Zannier cesaba en funciones en la parroquia en la que prestaba servicio, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (Reyes Católicos 1600), no es solo integrante de la Congregación lateranense, sino que es el superior de la misma de la que es parte también el Colegio Belgrano.

Escuchar el relato de quienes pasan por situaciones que vulneran su confianza, y sobre todo su fe, llevan a que queden a flor de piel detalles y sensaciones, no solo la denuncia pura y cruda.

Y eso fue así ya que a pesar de ser M.S. una mujer, profesional, mayor de edad, haber estado casada, fue notorio cuando al reproducir, a los fines de esta entrevista, los mensajes de audio de WhatsApp de la madrugada del 24, que prácticamente en solitario Zannier, le envió en uno de los contactos, donde, además, estaban mensajes de texto y fotos, sus manos temblaban y su voz quebraba.

“Lo conozco porque mi abuela trabaja para la parroquia, y en verdad había sido de buen trato con mi esposo y conmigo”, recordó.

Sin embargo, todo fue cambiando y la abuela de M.S. fue internada en diciembre último y le pidió fuera a darle la unción de los enfermos en la clínica donde estaba. Todo parecía normal un trato amable, para nada desubicado, lo definió, “un trato respetuoso”, hasta ese momento.

La noche del 23 de diciembre en mensajes de difusión que se envían a todos los contactos M.S. también salió a Zannier, incluido en esa lista, deseando Feliz Navidad.

A pocas horas del 24 de diociembre, el sacerdote le respondió primero con un agradecimiento, preguntándole por la salud de su abuela y cómo evolucionaba y a los minutos con una seguidilla de palabras que sorprendieron a la denunciante.

“Estás tan caliente como yo???....mandáme fotos, mirá como estoy…”, etc. Y así sucesivamente en notas que llegaron durante algo más de las 1.30 horas.

Todo esto en el marco de un monólogo, y de un perfil de WhatsApp donde Zannier tenía la imagen de la Virgen María, exigiendo que le contestara, efectuandovideollamadas, nunca respondidas por parte de M.S. “Aunque sea maltratame, mirá que hace tres meses que no estoy con nadie”. Eran las frases que repetía Zannier.

Situaciones que hablan de mentes que exceden a los hechos dentro de la normalidad, y donde esos tres meses marcan una conducta algo extraña para el servicio al que pertenece.

La víctima, no reaccionaba y al atinar bloquearlo, vio que hacía referencia a su abuela, lo que hizo le mandara un audio reclamando que no entendía nada de todo eso, pero que lo denunciaría y haría público todo.

“Uno no se espera nada de esto, cuando Zannier escuchó la palabra denuncia me pidió disculpas, que él no es un monstruo, que es un hombre, que lo entienda, que no le haría solo mal a él sino a la Iglesia”, señala la víctima.

La denuncia quedó plasmada el 26 de diciembre en la comisaría de Santa Ana de allí se le dio curso a la fiscalía respectiva y se le asignó custodia, con prohibición de acercamiento y de contacto.

M.S. actuó de manera inmediata, buscando evitar que personas vulnerables pudieran ser víctimas y que quienes hayan sido se animen a denunciar. “No le teman al qué dirán, los curas tienen un sector de la comunidad que les creen ciegamente y muchas veces se van en contra de las víctimas, me atemoriza pensar en los niños”.

Marcó como doloroso el hecho que le quitó la tranquilidad de recurrir a un sacerdote. “A veces uno busca la palabra de un sacerdote para tranquilizar el espiritu pero con todo esto no sé cómo podré reponerme”.

Estas historias resuenan últimamente de forma normal, donde las víctimas sienten que atacaron su fe ya que en general se escudan en una institución que con la actitud del Arzobispado para con M.S. habla que no encubrirá; es de esperar que sea un cambio en la forma de enfrentar hechos aberrantes que tanto daño y tantas víctimas dejaron.

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