La condena, de tres años de prisión condicional, fue dictada por el Tribunal Oral Federal 1 en el marco del juicio seguido a María Virginia Quispe, la quinta integrante de la banda liderada por su pareja, quien fue condenado a 10 años de prisión.
La fiscalía llevó a juicio a Quispe por su participación en la maniobra que la banda concretó el 15 de julio de 2019, cuando Liquitay y Quispe se presentaron en una empresa de transporte de encomiendas en Salta.
Allí despacharon dos paquetes que contenían un horno microondas y un filtro de camión, en cuyo interior iban ocultos poco más de 11 kilos de cocaína. El cargamento fue interceptado por la fiscalía a partir de una denuncia anónima.
Luego, y a partir de una "entrega vigilada", se logró detener a Liquitay, Georgevitch, Raúl Farías y Darío Acevedo.
En un primer tramo, la fiscalía llevó a juicio a los cuatro detenidos, quienes el 3 de febrero pasado resultaron condenados a instancia de la acusación presentada en el debate por el fiscal Toranzos. Así, Liquitay recibió la mayor pena, mientras que Acevedo fue condenado a 7 años de prisión y Georgevitch y Farías a 5 y 4 años respectivamente, todos por el delito de transporte de estupefaciente agravado por el número de intervinientes.
Según lo expuesto en el juicio, Quispe estuvo prófuga desde el día en que se entregaron las encomiendas, el 15 de julio de 2019, hasta el 28 de octubre, cuando fue detenida en Palpalá.
En el juicio, iniciado el 8 de junio, Toranzos sostuvo que de las imágenes aportadas por las distintas cámaras de la policía, como de la empresa que recibió las encomiendas, se verificó que Quispe tuvo una participación activa en la maniobra.
Asimismo, indicó que inmediatamente a la entrega de las encomiendas -para lo cual se utilizó un automóvil VW Fox, cuyo secuestro se solicitó de inmediato -la acusada procedió a desprenderse de dicho rodado, ya que estaba registrado a su nombre-. El vehículo, agregó el fiscal, fue transferido a un tercero, quien solicitó el traslado del registro de Jujuy a la capital salteña, para luego registrarlo -pese a que tenía pedido de secuestro- en Buenos Aires.
Además, resaltó que se pudo descubrir más de 30 comunicaciones entre Quispe y Liquitay, incluso hasta antes de su detención.
"Este extremo permite concluir que Quispe tenía un compromiso total con la maniobra de narcotráfico, ya que supervisaba su realización y el recorrido de su consorte de causa, lo que se refleja en el cruce de llamadas".