El documento fue elaborado por matriculados del Colegio de Graduados en Antropología de Jujuy, el psicólogo y practicante de psicoanálisis Ricardo Peralta y Paula Robles Avalos, hija de un reconocido médico jujeño víctima fatal de la pandemia. Días atrás se realizó la presentación en la Universidad Nacional de Jujuy, y espera su autorización.
Según indicó Ricardo Peralta a Nuevo Diario, "las muertes por la pandemia conllevan, además de las complicaciones inherentes a la atención de las personas enfermas, la necesidad de establecer un protocolo que explicite las acciones a seguir, como las necesidades socio-culturales y espirituales propias de la despedida". Y analizó: "Esta pandemia transforma crudamente las formas de encarar la muerte, un fenómeno cultural que se encuentra arraigado en las tradiciones de la provincia y de la región. Esto genera angustia en la sociedad, porque no solo es la persona la que muere, sino a su entorno al no poder ver, acompañar, y transmitir ese último adiós al ser de sus afectos", concluyó.
Detalles del protocolo
Se sugiere así explicar de forma clara a los allegados de la persona fallecida sobre la imposibilidad del contacto directo sin protección adecuada, solicitándole a quienes se encuentren a cargo expresen diferentes modalidades para suplantar el contacto directo por fotografía del rostro de la persona a través de un celular, entrega de calzados para su colocación a la persona fallecida, ropas, objetos.
En caso de que la fallecida y/o fallecido cuente con un servicio de sepelio, se sugiere consultar la posibilidad de un recorrido en automóvil por espacio barrial, con el objeto de que puedan despedir al difunto. En caso de que no cuente con ningún servicio fúnebre y además residiera en zonas alejadas, recomiendan que las máximas autoridades del lugar garanticen las medidas para un velatorio con cajón cerrado, breve, al aire libre, con distanciamiento para toda la comunidad. Con relación al entierro, recalcan que los íntimos deben acceder a la información en forma oral y escrita sobre el lugar preciso en donde el ataúd con el cadáver ha sido enterrado para poder realizar con posterioridad los rituales funerarios de despedida correspondientes.
Por último recomiendan un mecanismo que posibilite en el momento del ritual funerario la presencia de un responsable, el cual, mediante un dispositivo tecnológico, pueda compartir el acto fúnebre como un proceso necesario de despedida individual y grupal.