La alegría es solo Verdeamarela. El anfitrión lo ganó con insistencia y contundencia. Lo primero fue clave para abrir el marcador y frenar los ataques y las presiones del “Bicolor”, mientras lo segundo fue necesario para sellar la victoria final en un partido que dominó completamente.
A los 14 minutos de la primera etapa, Everton empujó una pelota al gol luego de un gran centro de Gabriel Jesús. Esta ventaja ayudó a los de Tite a tranquilizarse y acomodarse mejor en cancha, buscando jugar con la desesperación del rival. Y lo consiguieron, porque a Perú le cayó como un baldazo de agua fría el gol y se le hizo todo cuesta arriba.
Sin embargo, a los 40’ llegaría una mano de Thiago Silva dentro del área corroborada por el VAR para que los peruanos lograran igualar transitoriamente e ilusionarse. Paolo Guerrero fue el encargado del penal que cambió por gol.
Pero la ilusión duró muy poco. Antes del final de la primera etapa, Jesús definió con precisión un balón enviado por Arthur y puso otra vez la diferencia a favor de los brasileros.
Para la segunda mitad, Perú comenzó a sufrir el partido y Brasil logró encontrar los espacios para llevar peligro. Pero tuvo la expulsión de Gabriel Jesús por doble amarilla a los 25’ y se desacomodó un poco.
Tras esto, todo fue intenso: los de Ricardo Gareca intentando aunque con poca claridad llegar nuevamente al empate y los de Tite buscando el tercero para festejar de una vez.
Recién lo consiguieron en los minutos finales y con un cuestionable penal cobrado por el árbitro Roberto Tobar después de ver un choque entre Everton y Carlos Zambrano y ratificado luego de consultarlo con el VAR. Richarlison lo ejecutó y desató la fiesta local.