María Aurelia Paula Martínez Suárez, tal el verdadero nombre de Goldy, tenía 93 años. El viernes 1 de mayo se acostó a dormir la siesta en su casa de Martínez, como cualquier otro día. Y ya no despertó.
Gemela de Mirtha, era hermana menor de José Martínez Suárez, el prestigioso cineasta que falleció el 17 de agosto pasado debido a una neumonía.
Habrá que reformular el modo en el cual se afronta el duelo de un ser querido, en caso de que su dolorosa partida se produzca en estos días de cuarentena total y obligatoria. Porque hasta ese punto nos llevó el coronavirus.
Y es que las medidas previstas para evitar la propagación del COVID-19 también se aplican a velatorios y entierros: apenas unas pocas personas son autorizadas a acercarse al lugar para dejar una flor, unas palabras, su último adiós.
El sábado 2 de mayo, los restos de Silvia Legrand -la querida Goldy- encontraron su morada eterna en el cementerio Memorial, de Pilar. Y su hermana gemela, Mirtha Legrand -su adorada Chiquita- no pudo estar allí.
Tampoco su sobrina, Marcela Tinayre, ni sus hijos, Juan y Nacho Viale. Lo mismo sucedió con el resto de su familia. Y con los amigos que tanto la querían, como Susana Giménez (“Eramos familia", contó ayer, desolada).
En un mediodía de otoño en los que por momentos asomó el sol, una hermosa alegoría para quien tanta luz brindó a quienes tuvieron el enorme privilegio de conocerla, esta mujer de mirada y gesto amables fue despedida con un puñado de testigos: su yerno, Alfredo Solari, con su hijo Santiago, y dos empleados de la cochería, empleando barbijos, antiparras protectoras y guantes.
En un momento, su yerno tomó un teléfono celular. Y junto al cajón, realizó una videollamada. Se desconoce quién se encontraba del otro lado. Tal vez las hijas de Goldy, Gloria y Mónica. Puede ser Mirtha. O quizás, la familia entera, participando de esa despedida virtual, una de las pocas alternativas que nos brinda esta época regida por el desamparo.