TUVO COVID-19 Y PADECÍA NEUMONÍA

Cacho Fontana murió a los 90 años, un ícono de la locución argentina

Referente de todos lo que aman la radio, su voz artística marcó rumbo y se transformó en emblemática. Como un giro del destino, o del amor que se tuvieron, falleció dos días después de la partida de Liliana Caldini, la madre de sus dos hijas.

Cacho Fontana. Su deceso se produce dos días después de la muerte de Liliana Caldini, su exesposa y madre de sus hijas.
Cacho Fontana. Su deceso se produce dos días después de la muerte de Liliana Caldini, su exesposa y madre de sus hijas.

El locutor, uno de los referentes ineludibles de la radio y televisión en el país, había tenido unos cuantos percances de salud en el último tiempo, como una neumonía, debido a las secuelas que le había dejado el coronavirus. Y partió dos días después de la madre de sus hijas: Liliana Caldini.

La noticia sobre su partida impactó fuerte en el público, que recordó a un hombre clave de los medios de comunicación que marcó la vida de varias generaciones. 

En el último tiempo su salud venía bastante deteriorada. Se había contagiado por primera vez de Covid-19 en 2020 y además había atravesado cuadros de neumonía.

Además, en 2019 tuvo que ser internado tras sufrir una caída en el baño de un restaurante, luego de participar de una entrevista televisiva en la que probablemente hizo el balance más crudo y descarnado de toda su existencia.

Allí, entre otras cosas, reconoció por fin sin ninguna reticencia que el alcohol y las drogas lo llevaron al ostracismo en uno de los mejores momentos de su brillante carrera como animador y conductor. 

La palabra de Fontana, exacta y precisa, jamás ofrecía duda alguna. Lo hacía por ejemplo desde Odol Pregunta, aquel ciclo cultural de preguntas y respuestas que hizo historia en la televisión de aire. Allí, el nombre de la marca auspiciante siempre resonaba en su voz con la letra final estirada y sostenida en el aire. Ese modo de entonar se convirtió en un clásico.

Y también desde sus extensas participaciones en las campañas publicitarias de YPF y Gillette, esta última dueña de las tandas de las grandes transmisiones deportivas de Radio Rivadavia. Fontana logró allí lo que ninguno de sus pares logró alcanzar: que el locutor comercial se transformara en una de las estrellas de esos programas.

El hombre que jamás se equivocaba frente al micrófono convirtió algunos de los jingles publicitarios que brillaban a través de su voz (“Dígale Sí a Terrabusi”, “Minuto Odol en el aire”, “Y péguele fuerte”, “Esta es la Cabalgata Deportiva Gillette”) en frases del imaginario colectivo cotidiano de los argentinos.

Fontana acumuló a lo largo de su vida varios traspiés afectivos muy fuertes. Cuando ya era una figura reconocida dejó a su primera esposa, Dora Palma (con quien tuvo una hija llamada Estela Nieves) para unirse sentimentalmente a la cantante y actriz Beba Bidart. Estuvieron juntos 12 años. Volvió a hacer ruido en la prensa más indiscreta cuando dejó a Bidart no de la mejor forma para formar una nueva pareja, ya maduro, con la bella modelo Liliana Caldini, veinte años menor. De esa unión (que también duró 12 años) nacieron las mellizas Ludmila y Antonella. Esta última fue la que estuvo más cerca de su padre en los últimos tramos de su vida.

La separación entre Fontana y Caldini, explicada desde la “incompatibilidad de caracteres”, también hizo en su momento muchísimo ruido. Y muchos años después trascendió una supuesta relación amorosa con Nancy Herrera, cuando ella era pareja de Alberto Olmedo, vínculo al que Fontana siempre aludió en forma ambigua. Tras ese episodio Olmedo nunca volvió a hablar con Fontana, que siempre atribuyó a un malentendido el abrupto cierre de una estrecha amistad de muchos años.

Cuando recibió el Martín Fierro a la trayectoria (luego de otras 15 estatuillas ganadas por su labor profesional), recordó que se había negado en su apogeo artístico a aceptar todo tipo de propuestas. No quiso filmar películas, protagonizar telenovelas ni grabar discos.

Prefería, en cambio, los desafíos en apariencia mucho más sencillos de la locución. “Yo amo hacer avisos comerciales. Soy vendedor por excelencia”, destacó. En los mejores momentos de una vida agitada, con extensas visitas al cielo y al infierno, Cacho Fontana transformó su nombre en una marca registrada.

 

 

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