En una ceremonia ante decenas de miles de personas en la Plaza de San Pedro, Francisco santificó a las dos figuras católicas junto a otras cinco personas menos conocidas nacidas en Italia, Alemania y España en los siglos XVIII y XIX.
Romero, una figura latinoamericana que se dedicó a la protección de los pobres en un país violento, fue asesinado a tiros por ultraderechistas en 1980. Su camino a la santidad se había estancado con los dos papas anteriores a Francisco, por preocupaciones por las interpretaciones políticas.
Romero, que fue abatido a tiros mientras decía misa, y Pablo, que guío a la Iglesia en la conclusión de su proceso de modernización del Concilio Vaticano Segundo, fueron personas controvertidas dentro y fuera de la institución.
Ambos eran hombres de carácter tímido y quedaron expuestos a la vida pública por los fuertes cambios políticos y sociales del siglo XX y tuvieron fuerte influencia en el actual Pontífice, el primer Papa proveniente de América Latina.
En su homilía, leída con las figuras de las siete personas santificadas de fondo, el Papa Francisco llamó al Papa Pablo VI un profeta que abrió la Iglesia al mundo. Además elogió a Romero por dejar de lado su propia vida para ponerla al servicio de los más pobres y de su pueblo.
Romero, que solía denunciar la represión y las situaciones de pobreza en sus homilías, fue baleado a muerte el 24 de marzo de 1980 en San Salvador, la capital del país centroamericano.
El asesinato de Romero fue uno de los hechos más prominentes de los conflictos surgidos entre gobiernos respaldados por Estados Unidos y grupos insurgentes de izquierda, en los cuales miles de personas murieron a manos de escuadrones de la muerte militares y de ultraderecha.
En 1997, tras ser admitido el proceso para su canonización, informaciones que llegaban al Vaticano desde El Salvador que acusaban a Romero de “desequilibrado” y “comunista” torpedearon el procedimiento.
Pero en 2015 el papa Francisco lo declaró “mártir” de la Iglesia Católica asesinado por “odio a la fe” y en marzo pasado autorizó su canonización.
Su figura ha traspasado fronteras: fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979 y, tras su muerte, su cripta en la catedral de San Salvador se ha convertido en un lugar de peregrinación donde han llegado el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, y los integrantes de la banda Iron Maiden.
El milagro que formalizará su apodo de “San Romero de América” fue salvar la vida de Cecilia Flores, un ama de casa cuyo embarazo se complicó por el síndrome de HELLP. Antes que naciera su tercer y último hijo, ella tuvo seis embarazos complicados: cuatro terminaron en pérdidas. Romero denunció la violencia de los paramilitares y militares en contra de los civiles en El Salvador e instó a la comunidad internacional a detener la represión.