CAOS Y CRISIS POLITICA

Brasil: Lula condenado, Temer denunciado, Rousseff destituida

La crisis política de Brasil no encuentra piso: en solo 14 meses cayó una presidenta, su sucesor tambalea acusado de cometer un crimen común y Lula, el hombre que puso al país en el tablero mundial, fue condenado a casi 10 años de cárcel.

El expresidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva en Sao Paulo, tras ser condenado, aseguró: "Me quieren sacar del juego político".
El expresidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva en Sao Paulo, tras ser condenado, aseguró: "Me quieren sacar del juego político".

En este tiempo de caos, los ciudadanos de la mayor economía de América Latina desconocen si irán a las urnas en 2018, si tendrán en cambio un presidente interino por seis meses o si el Congreso elegirá al próximo mandatario en una elección indirecta. Ese día a día muestra al presidente conservador Michel Temer contra la pared.

Sucesor de la izquierdista Dilma Rousseff (2010-2016) tras un proceso de impeachment, Temer fue acusado de recibir un soborno y ahora la Cámara de Diputados, con decenas de legisladores investigados, decidirá si envía el caso a la corte suprema o lo archiva.

"A golpes de Lava Jato"

Si el caso avanza y Temer pierde su cargo, Brasil habrá tenido tres presidentes en un año y medio. Entre tanto, muchas leyes y normas han sido reescritas al ritmo de los procesos político-jurídicos y de las conveniencias políticas mayoritarias.

Y el gran motor de la agenda política ha sido y es la Operación Lava Jato, la investigación que reveló la cenagosa financiación de los partidos políticos y su relación tras bastidores con el poder económico.

Desde que se desvendaron los desvíos de fondos públicos de la estatal Petrobras, Brasil se mueve "a golpes de Lava Jato", había dicho ya el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) en la antesala del impeachment de Rousseff.

Para el cientista político Michael Mohallem, hay un choque entre una forma atávica de hacer política y un funcionamiento inédito de la justicia.

"Las instituciones brasileñas de investigación comenzaron a funcionar de una manera diferente y hay un choque claro entre las prácticas intrínsecas de la política, que se hacen de esa manera desde hace décadas, quizá desde siempre, y ese cambio. Por primera vez, la Policía Federal, la Fiscalía General y los jueces pasaron a tener instrumentos, autonomía para combatir los esquemas de corrupción, dijo.

Moraes coincide en que la élite local se está debatiendo para adaptarse al nuevo juego. "Estaban acostumbrados históricamente a tener un blindaje y Lava Jato perforó ese blindaje (...) Desde el punto de vista político, ya todos fueron condenados por la opinión pública", señaló.

Desde el miércoles, tampoco saben si el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), que lidera los sondeos de intención de voto, podrá postularse nuevamente tras ser condenado a nueve años y medio de reclusión por corrupción y lavado de dinero por el juez Sergio Moro, ícono de la cruzada anticorrupción que vive el país.

Lula es el primer exmandatario en recibir una condena por un delito común y Michel Temer, el actual presidente, es el primero en funciones en ser acusado con el mismo cargo.

"Brasil está preso en el presente. No conseguimos imaginar el futuro porque no tenemos elementos suficientes para hacer un análisis coherente y determinar qué podría pasar a mediano plazo. Apenas conseguimos ver el corto plazo. Es como intentar prever el resultado de una guerra, no hay cómo hacerlo, hay que ver batalla por batalla", dijo a la AFP el cientista político Everaldo Moraes, de la Universidad de Brasilia.

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