Feliciano pudo haber tenido algún grado de participación en el secuestro y desaparición de la agente y militante de la JP, María del Carmen Buhler Gómez, ocurrida el 12 de julio de 1976, en la ciudad de Orán, cuando tenía 20 años de edad.
Por aquella época Estrada era oficial inspector y cumplía funciones como personal del “servicio de calle de la Dirección de Informa-ciones Policiales”, la tristemente famosa D2, en Salta Capital, según reconoció él mismo ayer al declarar ante el Tribunal Oral en lo Federal Criminal, en la continuidad del noveno juicio por delitos de lesa humanidad que se lleva a cabo en la provincia.
Fue convocado como testigo porque su firma aparece en un informe sobre la desaparición Buhler Gómez, elevado en agosto de 1976 directamente al jefe del área de Segu-ridad (de la que dependía la inteligencia policial), el comisario represor Joaquín Guil.
Comisionado para viajar a Orán
El informe, redactado en primera persona, afirma que su firmante fue comisionado para viajar a Orán y realizó “una amplia investigación” de la desaparición de la joven agente.
Llama la atención que el informe haya sido elevado a Guil, y no a los jefes inmediatos de Estrada, los comisarios Saravia y Abel Vicente Murúa. A este dato, llamativo por sí solo y que consta en el sumario policial, se sumó en la audiencia de la víspera la evidente incomodidad del testigo ante las preguntas de los fiscales Francisco Snopek y Juan Manuel Sivila, y su reticencia a contestar aún las preguntas más elementales.
Pasándose la mano por el pelo y moviéndose constantemente, el policía insistió primero en que no tuvo ninguna participación en relación a la desaparición de la agente y luego, una vez que le exhibieron el informe y vio su propia firma, reconoció haberlo redactado pero dijo fue “sólo” eso y no realizó ninguna investigación.
Dudas y auto incriminación
“¿Quiere decir que no hizo ninguna de las cosas que dice que hizo en el informe?”, repreguntó el fiscal Snopek poniendo énfasis en la redacción en primera persona en la que el oficial afirma haber viajado a Orán y visitado los lugares donde la joven desarrollaba su vida.
“La verdad es que no me acuerdo”, respondió el testigo. “¿Quién lo comisionó a usted?”, insistió el fiscal: “No sé quién”, balbuceó. Tuvo un momento en que se aflojó, solo un poco: “Usted lo firma y lo dirige a él (Guil)”, le recordó el fiscal, “claro, él lo ordena”, afirmó el policía, pero lanzó un “¡no!” cuando el fiscal le preguntó si Guil lo había comisionado. Llegado ese punto los fiscales se abstuvieron de hacerle más preguntas, ante la posibilidad de que se auto incriminara.